hoy quedate en mi

- Quédate. Hoy no vayas a trabajar, demorémonos en la cama, estamos solos y hablaremos de todo un poco; ahora que los niños se han ido, dedícame tu tiempo. Ven y abrázame, ahora que nadie te llama, ni requiere nada de ti. Quédate en mí; aquí, a mi lado, sintiéndome como antes, como cuando aún me deseabas, no te levantes. Iré por el mate y por algo de comer, seré yo quien te atienda, tú no harásnada, sólo espérame. Hoy no vayas a trabajar.

Trajo las cosas del mate y un banquito donde acomodó el termo y unos bizcochos con grasa. Ella se incorporó y se sentó apoyándose en el espaldar de la cama. Él preparaba, con algo de torpeza, los ingredientes de un mate que se hacía esperar mientras ella lo contemplaba en silencio. Todavía no había decidido no ir a trabajar. Él lo daba por hecho ysiguió proponiendo nuevas ocurrencia.
– Hoy no nos levantamos, nos quedamos metidos en la cama, abrigaditos y abrazados.
Ella se dejaba ir, llevándose por las palabras y los deseos de quien necesitaba amor. No como ese amor del presente, cotidiano, aburrido y sin fuego. Él estaba ávido del otro amor, del que estalla, del que nos hace vibrar y sentir, sin palabras ni promesas, del que llega y nosincendia por dentro. En ese amor estaba pensando Manuel cuando le pidió que se quedara.

Ella no decía nada, resignada dejaba que Manuel hablara e hiciera cosas para convencerla de estar un poco más juntos. Después de compartir el mate, Manuel fue hasta el placar y de un estante extrajo un pesado álbum de fotos, se dirigió a ella y lo abrió sobre la cama, se sentó a su lado, mojó un dedo en sulengua y buscó la primera página.
- Mirá- dijo efusivo Manuel - éstas son las fotos que nos sacamos aquel veintiuno de septiembre con los locos de la secundaria. Ella seguía callada.
– ¡Cómo llovió aquel día! Parecía que se nos caía el cielo encima, perdimos todo lo que llevamos y nos quedamos sin comer.
Después, con entusiasmo, agregó.
- Y ésta fue en el Tigre cuando pretendí hacerte remar ycasi nos damos vuelta, ¿recordás que nos metimos por una vertiente del río? Estabas asustada y te abrazaste a mí por primera vez.
Manuel, riéndose, señaló del álbum una foto que le trajo recuerdos.
-¡Uy,uy! De ésta sí que no no me olvido. Me la sacaste en la puerta de tu casa cuando tuve que ir a hablar con tu viejo que se había enterado que salíamos y estaba cabrero. Tu viejo puso voz ronca y medijo.
- Mire joven, desde hace mucho que nos conocemos y debemos honrar la amistad con sus padres, y no es de hombre andar escondiéndose.
Hoy, te juro que aún lo veo poniéndome la mano en el hombro y apretándome fuerte para que lo sintiera, para murmurar después, casi con dolor y a modo de sentencia.
– ¡No le vayas a cagar la vida a la nena!
Ella, por un instante, se atrevió a señalar conun movimiento de cabeza como diciéndole al Manuel.
-¿Y ésa?
Él giró y la miró. Ella volvió a señalar la página y con un dedo marcó aquella rara foto donde todos estaban disfrazados de algo.
- ¡Ah, sí! ¿Cómo no me voy a acordar? Ése es Pochito, y la que está de payaso es tu hermana.
Hizo una pausa y con tristeza agregó.
-¡Cómo se amaban, che! ¡Cuántas cosas lindas pasamos! Nunca dejé de pensaren ellos. ¡La pucha, eran tan felices y terminar así, uno por cada lado!
Tomó Manuel las manos de ella y la miró a los ojos para decirle casi como en secreto.
– Y nosotros, ¿viste que fuimos medios secos en eso de las caricias y las palabras y aún seguimos juntos? Tenemos a nuestros hijos. Los vemos día a día crecer y seguimos juntos. Cuando estaba por callarse, añadió.
-A pesar de todo,¿viste que se puede?
Ella cerró los ojos y asintió casi con desgano.

Manuel dejó el álbum en las piernas de ella y fue hasta un rincón, descolgó el estuche de cuero y lo llevó hasta donde ella lo esperaba en silencio, como cavilando, midiendo el tiempo y los hechos. Manuel abrió el largo cierre y extrajo con fina delicadeza su querida guitarra, compañera de eternos sueños.
-¿Qué querés que te...