Huberman

El objeto más simple de ver
Didi-Huberman.
El hombre de la tautología (repetición, redundancia), no querrá ver otra cosa más allá de lo que ve en el presente.
El filósofo Richard Wollheim quienquiso diagnosticar, desde los primeros ready made hasta los cuadros negros de Ad Reinhardt, un proceso general de destrucción, que culminaba en un arte que él terminó por denominar “arte minimalista”.Los artistas así llamados, produjeron puros y simples volúmenes, voluntariamente reducidos a esa especie de aridez geométrica que daban a ver. Volúmenes sin síntomas y sin latencias: objetostautológicos.
Los artistas de ese movimiento, ante todo Donald Judd y Robert Morris, escribieron algunos textos en donde se podía ver que excluían o prohibían. Se trataba en primer lugar de eliminar toda ilusión,para imponer objetos llamados específicos, objetos que no exigían sino ser vistos por lo que eran. La más mínima representación se apresurará a dar pasto, aunque sea discreto, aunque sea un merodetalle, al hombre de la creencia.
El rechazo acabó por aplicarse no solo a los modos tradicionales de “contenido”, contenido figurativo o iconográfico, por ejemplo, si no también a los modos de opticidadque la gran pintura abstracta de los años cincuenta (Pollock, Rothko, Newman), había puesto en obra.
Para Donal Judd bastaba que dos colores se pusieran en presencia recíproca para que uno “avance” yel otro “retroceda”, constituyendo ya todo el juego del insoportable ilusionismo espacial.
Lo que aparece es el argumento modernista de la especificidad, alegado en pintura, en la renuncia a lailusión de la tercera dimensión.
Judd radicalizaba la exigencia de especificidad, o como dice el, de “literalidad del espacio”, hasta el punto de ver en los cuadros de Rothko (planos de colores difuminados)un ilusionismo espacial “casi tradicional”. Decía: hay que fabricar un objeto espacial, un objeto tridimensional, productor de su propia espacialidad “especifica”, un objeto que no se presente,...