Huellas de guatemala
Gustavo Porras
DEDICATORIA
A Gabriela, Cecilia y Sebastián, y a los jóvenes de Guatemala.
A Vida y Albania, y a Úrsula, mi querida compañera.
PREFACIO
Este libro significa para mí el cumplimiento, al menos parcial, de un compromiso: dejar testimonio de hechos y vivencias que puedan servir de materia prima para la historia. A lo testimonial se agreganreflexiones e interpretaciones, que espero sean de interés, y me esforcé por escribir como hablo, luego que diferentes personas, a lo largo de mi vida, me exhortaron a hacerlo, y no sólo a producir análisis densos y abstractos.
Para redactar y concebir este libro tuve el valioso concurso de Margarita Herrera, quien me grabó por más de cien horas y luego se enfrentó a un enorme volumen de material queella organizó, haciendo la estructura de diferentes historias y proponiendo un orden de la narración que no es cronológico, sino se inicia y concluye con los dos grandes fenómenos que marcaron un período histórico en Guatemala: la guerra y la paz. Además, Margarita se compenetró emocional e intelectualmente de la narración que luego de mucho trabajo se ha convertido en libro, y sin duda eso fue unestímulo importante.
Agradezco el apoyo de la Asociación Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI), y de la Cooperación Noruega, que hicieron posible la elaboración y edición de este libro, y de la Fundación Pro Paz, dirigida por mi amigo Carlos Sarti, quien no sólo se interesó en este proyecto sino me entusiasmó para que lo realizara.
CAPÍTULO PRIMERO
EL MOMENTO DECISIVOEl retorno
De pronto recibí en París una conmovedora carta de mi papá. Me avisaba que, de la noche a la mañana, a mi mamá le habían detectado un tumor en el cerebro. Sin pensarlo dos veces regresé a Guatemala lo más pronto que pude. Me costaba creer y aceptar que una mujer de cincuenta y seis años, que siempre había sido sana y deportista, estuviera agonizando. Cuando llegué la encontrétodavía consciente, aunque con una creciente dificultad para hablar. Al cabo de una larga agonía, murió. Pocos meses antes había muerto mi tía abuela, María Teresa Sempé, de la que fui el consentido y a quien quise mucho. Cuando supo de la enfermedad de mi mamá se enfermó ella también, aunque más daba la impresión que había perdido la voluntad de vivir, y sólo esperó mi regreso. Recuerdo su sonrisa decariño y satisfacción cuando asomé a la puerta de su cuarto. Pocos días después murió. Luego de acompañar a mi papá un par de semanas volví a Paris. Finalicé la tesis que me exigía la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales para obtener el diploma. En octubre de 1975 estaba otra vez de vuelta en esta tierra de mis amores. Regresé a Guatemala con todo el ánimo y la voluntad de establecerme.Se abrió entonces una nueva etapa de mi vida.
Cuando concluyó el mandato presidencial del general Carlos Arana Osorio, todo parecía indicar que se perpetuaría el clima de terror que durante su gobierno se incrementó. Antes de ser Presidente, el general Arana había mostrado su talante represivo siendo comandante de la Base Militar de Zacapa, que en ese momento era el principal centrocontraguerrillero en el país. Fue entonces cuando el río Motagua arrastró cientos de cadáveres y se ensangrentó la tierra del oriente. Combinando la represión a la población con la ofensiva militar sobre la Sierra de las Minas, el general Arana había logrado derrotar a las primeras guerrillas guatemaltecas y éstas tuvieron que comenzar de nuevo en otra parte del territorio. Seis o siete años después volvierona surgir con más fuerza, pero la virtual derrota del movimiento revolucionario (1972), en alguna medida contribuyó a generar otras condiciones en el país, sobre la base de las cuales se intentaría (aunque sin mucho empeño), abrir espacios políticos y de participación.
Al general Arana lo sucedió en la Presidencia el general Kjell Laugerud. Sobre la base de experiencias anteriores y...
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