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Criterios, La Habana, nº 25-28, enero-diciembre 1990, pp. 54-65

E

l «saber leer»,
o modalidades sociohistóricas
de la lectura*
Jacques Leenhardt

El debate que sobre la lectura se ha instaurado desde hace más de una
década y ha hecho de ella de nuevo un problema central para la teoría
literaria, hasta ahora sólo les ha concedido poca importancia a los marcos
sociales e intelectuales en el senode los cuales se desenvuelve obligatoriamente la actividad lectora.
Así, cuando después de un largo período de atención casi exclusiva a
los aspectos lingüísticos y semióticos de la literatura, se quiso volver a darle
un sitio a la lectura, fue, naturalmente, en la línea metodológica del pasado
donde se intentó construir lo que sólo podía ser una estética del efecto en la
literatura. Los trabajosque ilustraron esa orientación investigativa mostraron cómo el texto, como aparato retórico, apuntaba al lector y organizaba
sus efectos para conmoverlo, enseñarle y convencerlo, o para engañarlo.1
Después de haber considerado el texto como una estructura cerrada sobre
sí misma, se le reconocía, pues, una apertura, ligada al hecho de que la
crítica podía reconstituir intenciones manipuladoras delescritor.
H. R. Jauss, por su parte, le dio una dimensión dialógica a esta atención a los aspectos comunicacionales de la obra literaria, proponiendo que
se estudiara la actividad lectora como una «respuesta» que se da a una
«pregunta» formulada como texto.2 El paradigma pregunta/respuesta presenta, ciertamente, la doble ventaja de postular la existencia de una comu*

1
2

«Le ‘savoir-lire’, oudes modalités socio-historiques de la lecture», manuscrito entregado por el autor.
Cf. W. Iser, Der Akt des Lesens, Munich, 1976, pp. 175 y ss.
Cf. H.-R. Jauss, Literaturgeschichte als Provokation, Francfort, 1970.

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nicación entre el escritor y el lector y de no imponer, sin embargo, la
inmediatez del contacto entre los actores de esa comunicación. Por consiguiente, la «pregunta» puede esperar durante varios siglos una respuesta, y
también puede suscitar a lo largo de lossiglos «respuestas» múltiples. Así
se ve puesto en evidencia un modo esencial de funcionamiento de la literatura, sin que se presuponga una relación inmediata y unívoca entre la obra
y el medio de su producción. En cambio, la naturaleza de esa relación sigue
siendo un punto neurálgico para toda teoría de la literatura.
Sartre, en ¿Qué es la literatura?»,3 al igual que numerosas investigacionesprovenientes del marxismo,4 tienden a acentuar el carácter consciente
y voluntario de esa relación del autor con su público, la cual se sitúa, en
Sartre, dentro de una filosofía y una axiología del proyecto. A pesar de
todo, en El idiota de la familia esa relación, aunque siempre privilegiada,
se ve mediada por instancias de carácter sociohistórico, la principal de las
cuales está representada porla familia. La importancia quizás excesiva que
concede Sartre a la familia como estructura mediadora, lo conduce a privilegiar lo retrospectivo en la elaboración del «proyecto», lo que borra la
presencia, en el mundo social contemporáneo, de los actores de la escena
literaria.5
Las dificultades constantes que encuentra la teoría literaria cuando
hace frente al problema de la lectura provienen, concerteza, del hecho de
que, para abordar verdaderamente ese objeto, se ve obligada a apartarse de
su regla metodológica fundamental: la primacía del texto. Ahora bien, si no
quiere renunciar a priori a la dimensión comunicacional de la literatura, no
podrá evitar el recurrir a los métodos y los problemas teóricos desarrollados por la sociología del conocimiento y de la comunicación.
Es en este...