Ibsen
Lic. Araceli Arreche y Karina Giberti.
Para mí, esencialmente,
el arte es intuición.
Mario Soffici.
La proximidad al centenario de la muerte del gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen ofrece la excusa perfecta para volver sobre su obra. Como lo venimos haciendo hace un tiempo se tratará depensar aquí en ciertos aspectos de su poética desde las huellas que ha dejado sobre el celuloide.
Numerosas son las transposiciones que el cine entrega del universo ibseniano; sólo de la afamada Casa de muñecas (1879)[i] hay cinco retratos fílmicos hasta el momento: una versión silente homónima de 1918 dirigida por Maurice Tourneur, Chantaje a una esposa/ (A doll´s house) de Joseph Losey, 1973,con la actuación de Jane Fonda, Casa de muñecas de Patrick Garland con Anthony Hopkins (1973), Nora Helmer de R. W. Fassbinder (1975) y la que aquí trataremos dirigida por Ernesto Arancibia (1943)[ii] .
Por fuera de ella se puede pensar también en las versiones de Un enemigo del pueblo (filme dirigido por George Schaefer en 1978, con guión de Arthur Miller. Hay también una película sobre estapieza realizada por Satyajit Ray), El pato salvaje (de Henri Safran, con Jeremy Irons y Liv Ullman, 1983) y Hedda Gabler (Hedda de Trevor Nunn, con Glenda Jackson, 1975), así como innumerables adaptaciones para la televisión europea.
Este itinerario se concentrará en la mirada cinematográfica argentina tomando en primer término el texto fílmico de Ernesto Arancibia Casa de Muñecas[iii], estrenado enBuenos Aires el 21 de septiembre de 1943 en el cine Ambassador. Texto adaptado para los estudios San Miguel por Alejandro Casona e interpretado por Delia Garcés en el papel de Nora. Para en segundo término, pasar a la última transposición nacional que se ha hecho sobre este autor, llevada adelante por Mario Soffici (responsable del guión y de la dirección) bajo el título La dama y el mar(1953/1954)[iv] protagonizada por Zully Moreno y Alberto Closas.
Algunas consideraciones preliminares.
Para una cabal comprensión de la obra ibseniana resulta necesario inscribirla en un contexto sociocultural como es el de Noruega en la segunda mitad del siglo XIX, país que hasta 1814 perteneció al reino de Dinamarca – entonces la nación más poderosa de Escandinavia - y que en el momento en quenuestro dramaturgo produce gran parte de su obra aún depende de otro reino escandinavo, Suecia. Ambos estados dominan política, económica y culturalmente la vida de este país montañoso que mira al mar desde los imponentes fiordos que recortan su geografía. El idioma oficial es el danés y sólo queda el recuerdo de la fructífera literatura medieval noruega, compuesta por los eddas, las sagasvikingas, los escalda (poemas) y el lied (melodía) popular.
Henrik Ibsen, nacido en 1828 en Skien, representa como ningún otro autor noruego las características de esta hibridación y la expande más allá de sus límites, ya que nuestro autor – que en su juventud había pertenecido a una agrupación nacionalista y romántica de Cristianía (actual Oslo) – parte a Roma en 1864, instalándose luego en Alemaniahasta su regreso a Noruega en 1891. Es en tierra germana donde compondrá en lengua noruega gran parte de su producción, incluyendo Casa de muñecas y La dama del mar.
Siguiendo los lineamientos de Alfredo de la Guardia, ambas piezas dramáticas responden a la tercer época de la creación ibseniana, período que va desde 1877 – 1899, iniciado con Las columnas de la sociedad (1877) y resuelto con Cuandoresucitemos (1899)[v] . Lejos del sentido heroico de la primer época y de la lírica mística esencia de la segunda, éste último momento se caracteriza por “introducir nuevas alegorías en la misma manera realista con la que forja su teatro de ideas” (De La Guardia, 1947, 146-147), un proceso de simbolización que lo diferencia del realismo de la época.
Casa de muñecas y La dama del mar denotan uno...
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