Ideal De Belleza

Historia del Arte
“La imagen de la mujer a fines del siglo XIX: Cuerpos divinos- cuerpos profanos”
Prof: Federico Santasiero
Comisión B
Integrantes: Carla Reveron, Camila Barneche, Micaela Miguelez.

No existe un criterio universal para definir la belleza, cada individuo o grupo social, en cada época o momento percibe la belleza de un modo particular.

El consumo de cosméticos y afeitesaumenta en el transcurso del siglo. A mediados del siglo XIX los cosméticos ilustran sutiles principios de distinción. Imposibilidad absoluta de recurrir a ellos, por supuesto, por parte de los más desposeídos. El cosmético se convierte en “maquillaje”; ya no se dirige solamente a los colores a la tez: ahora se encamina a las formas a los rasgos. Alimenta numerosas criticas a un rostro femeninoacusado de no poder palidecer, ni animarse, ni enrojecer”, pero confirma las distancias sociales, profundiza las jerarquías.

Una referencia suplementaria especifica de la silueta femenina: “el talle quebrado”, el arco que da a la “caída desde la parte posterior de la cintura” su forma “magnifica”. La expresión “talle quebrado”, totalmente nueva, confirma interminable afinamiento de laspalabras que determinan la vestimenta. El talle femenino debe estirar la parte inferior de la espalda para mejor desligarse, debe afianzarse, plegándose y ahondado en la cintura para aumentar en flexibilidad verticalidad. El vestido que desde hacia tanto tiempo subrayaba la curvatura lumbar da lugar a la flexión anatómica, a la tensión particular de las caderas, a su juego muscular y articular.
Laanatomía femenina permanece claramente orientada a su fin, asignando más que nunca a la mujer el papel de la fecundidad.

El perfil se recompone lo que resulta decisivo. Se subvierte el modelo físico de la aristocracia. El honor ya no se encuentra en el perfil arqueado, sino en el vigor de un tronco fortalecido: menos arrogancia más eficacia. El porte es decididamente activo, y la amplitud delpecho se despliega como signos de fuerza y capacidad.

Se transforma la silueta femenina: cintura comprimida por un busto ampliado , vestidos cuyos faldones recuperan la pasada amplitud, mangas bien holgadas para mejor repartir dos volúmenes cortados al talle, “pollera acampanada”, “cintura de vispa”.
Por el contrario, médicos y fisiólogos se refieren a el más que nunca, apreciando lentamentesu funcionamiento luego del descubrimiento, hacia fines del siglo XVIII del oxigeno y de su impulso vital: “ Cuanto más ancho sea el pecho mayor espacio y capacidad tendrán los pulmones” más importante será la cantidad de aire absorbido, más fortalecida parece la vida.
La ambición por los pechos se vuelve explicita, pese que a los médicos más del asunto que los sastres. La belleza supondría unbusto desarrollado.

Sin dudad que a comienzo del siglo otro cambio provoca mayor efecto en los modos de caminar y en los modos de caminar y en las siluetas: tiene que ver con la mujer, con sus “nuevas” o supuestas libertades. Hay una figura que es la parisina, objeto de interminables comentarios y reflexiones. Esta figura se manifiesta por el arte de caminar. Se siente orgullosa de sus piernascomo el soldado de su espalda. Mediante el aumento de fluidez, responde a un espacio urbano considerado como más movido, transpone su paso en un acto de ascendencia: es el signo de un modo global de andar, una manera inquieta e industriosa de exhibir belleza. La parisina por excelencia pretende una belleza movida, ávida de ejercicios y de agitación. Sea como fuere la parisina pertenece a todas lasclases sociales, imaginada más que realizada, pero se considera que actua sobre la estética y el atractivo.
Desde mediados de siglo surgió una tendencia que puso énfasis en la realidad, la descripción del mundo circundante, especialmente de obreros y campesinos en el nuevo marco de la era industrial, con un cierto componente de denuncia social, ligado a movimientos políticos como el socialismo...