Identidad

Mi país, mi identidad, mi orgullo, mi estudio, mi proyecto: mi amor.
Era la segunda vez que entraría a la Sala Nezahualcóyotl (la primera vez fue para admirarme viendo ajedrez jugar al maestroGary Kasparov), pero esta ocasión sería muy especial porque me rencontraría con mi Universidad, con mi identidad y con una parte de mi espíritu que durante un tiempo se había ido (a quien pensé jamásvolvería a ver).
La explanada del MUAC lucía maravillosa contrastando con el fondo azul turquesa del cielo de las 7, pero aquélla se embellecía todavía más con el color ámbar de los ojos de ellacaminando tomada de mi brazo. Llegamos a la puerta de la Neza, aunque yo estaba un poco asombrado con la gala que entre los asistentes se podía mirar (trajes, peinados, tacones altos) no podía menos quesentir mucha emoción por volver a estar en donde hacía varios años que ya no había estado. Pero la emoción rápidamente se comenzó a transformar en sensaciones de placer, cuando ya estando sentados,iríamos escuchando la belleza de las voces de los cantantes –voces hermosas que en nada se parecían a la voz de los cantantes de rock que solía escuchar en los conciertos a los que acudía cuandorecientemente había ingresado a la Universidad-.
Ese placer auditivo muy pronto se convirtió en orgullo de pertenencia cuando escuché por primera vez en vivo a mi paisana cantar La llorona y después la Canciónmixteca, inmediatamente sentí ganas inconmensurables de gritar ahí mismo ¡viva Lila Downs, mi paisana!, ¡viva mi hermosa Oaxaca!, pero me contuve porque sabía que algo más faltaba. Esto comenzó asuceder cuando de las puertas laterales al escenario comenzaron a salir personas ataviadas con trajes típicos de muchas regiones de México y esta emoción rápidamente creció en proporcionesinconmensurables cuando miré a una mujer vestida de tehuana portando su traje con el orgullo característico de la gente del Istmo de Tehuantepec, después a un danzante de la Pluma, posteriormente a una mujer...