Ideologías
Avanzaban cautelosamente, moviéndose entre las sombras del jardín, bajo un cielo alto, tachonado de estrellas diminutas. Se comunicaban por tenues cuchicheos y la hierba crujíasuavemente bajo sus pies y este ambiente de roces imperceptibles y misteriosos susurros crispaba los nervios de Daniel, el Mochuelo.
El contundente siseo de Roque, el Moñigo, lo hizo callar. Se internabanen la huerta. Apenas hablaban ya sino por señas y las muecas nerviosas de Roque, el Moñigo, cuando tardaban en comprenderle, adquirían, en las medias tinieblas, unos tonos patéticos impresionantes.
Yaestaban bajo el manzano elegido, Y Roque, el Moñigo, se subió a el sin demora. Las palpitaciones del corazón del Mochuelo se aceleraron cuando el Moñigo comenzó a zarandear las ramas con toda suenorme fuerza y los frutos maduros golpeaban la hierba con un repiqueteo ininterrumpido de granizada. El y Germán, el Tiñoso, no daban abasto para recoger los frutos desprendidos. Daniel, el Mochuelo, alagacharse, abría la boca, pues a ratos le parecía que le faltaba el aire y se ahogaba.
Súbitamente, el Moñigo dejó de zarandear el árbol. Este murmuró, desde lo alto, con una extraña opacidad en lavos. Daniel y el Tiñoso miraron hacia la casa en tinieblas. La aleta del coche negro del Indiano, que metía menos ruido aún que el primero que trajo al valle, rebrillaba tras la esquina de lavivienda. A Germán, el Tiñoso, le temblaron los labios al exigir unas palabras.
Daniel, el Mochuelo y Germán, el Tiñoso, se movían doblados por los riñones, para soportar mejor la ingentes brazadas demanzanas. El Mochuelo sintió un miedo inmenso de que alguien pudiera sorprenderle así. Apoyó con vehemencia las palabras del Tiñoso.
El temor les hacía perder la serenidad. La vos de Daniel, el Mochuelo,sonaba agitada, en un tono superior al simple murmullo. Roque, el Moñigo, quebró una rama con el peso del cuerpo al tratar de descender precipitadamente. El chasquido restalló como un disparo en...
Regístrate para leer el documento completo.