Ifigenia
Pero después…¡Ah, Señor Dios mío, lo que después, en castigo de su traición, escuchó ese pobre Gabriel, no es para escribir aquí, ni creo que nadie en el mundo pueda escribirlo nunca, porque aquello no fueronpalabras, aquello fue un río de indignación, una catarata de insultos, un torrente de improperios!
Lo primero que sucedió al estallar mi rabia, fue que yo, con toda la fuerza que presta indignación, di conlos pies en el suelo, y tiré la copa contra el cemento, formando una terrible inundación y haciendo un estrépito tan espantoso de vidrios rotos, que todavía no me explico el que tía clara no acudiese ala alarmadísima a investigar la causa del siniestro. Y después de correr y mojarnos los pies y de salpicarnos los vestidos, le dije mal caballero; le dije que se marchara enseguida de la casa de mítío Pancho, porque aquí la que mandaba era yo, le dije hipócrita, farsante, canalla, traidor y por último de dije que lo odiaba con toda mi alma…! Y cuando no encontré mas epítetos en mivocabulario, ni más tonos de indignación en la gama de mi voz, mientras el infeliz Gabriel insultado, dolorido y salpicado de agua repetía: -¡Perdóname, María Eugenia!... ¡fue sin querer!... no es culpa mía… noes culpa mía.
Le volví bruscamente la espalda, me senté en una silla, eché de golpe mis dos brazos enlazados sobre el tapete de la mesa, enterré mi cabeza entre mis brazos, y así de espaldas a...
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