Iglesia y estado
1. Visión histórica
Antesdel reconocimiento de la religión cristiana por el Estado romano y de su elevación a religión oficial (era de -> Constantino), la cuestión se centró más bien en torno a las relaciones de los cristianos, y no tanto de la Iglesia, con el Estado. La actitud de la –> Iglesia primitiva estaba determinada en principio —incluso en tiempo de las persecuciones— por una lealtad benevolente hacia el poderestatal, al que se reconocía como el orden dado por Dios y al que, por tanto, se prestaba obediencia, en tanto no se llegara a una oposición entre sus exigencias y las exigencias divinas (cf. Act 5, 29).
Los cristianos estaban obligados a orar por el emperador, pero rechazaban el culto del Estado y los sacrificios ante las imágenes de los dioses y de los césares. Tras la época de las persecucionesla Iglesia alcanzó con la concesión de la plena libertad de religión y de culto no sólo la paridad sino la primacía sobre los demás cultos, gracias a los acuerdos que Licinio y Constantino firmaron en Milán (313). Por razones de unidad política y por la necesidad de armonía entre I. y E., el emperador cristiano gobernó también — prolongando en cierto modo la posición sacral de los primitivosemperadores paganos — a los obispos y la Iglesia. La idea de que la unidad del cristianismo y la unidad del imperio se condicionaban mutuamente, tuvo su expresión en el hecho de que los obispos asumieran funciones estatales y en la amplia asimilación de la organización eclesiástica diocesana a las unidades administrativas existentes en el imperio romano, así como en los privilegios estatales de laIglesia y del clero y en la intervención jurisdiccional del emperador cuantas veces veía amenazada la ortodoxia y la unidad de la Iglesia (-> arrianismo, concilio de Nicea 325). Frente a la pretensión creciente de soberanía estatal, que representaba de algún modo una vuelta a las funciones del antiguo culto romano del Estado, la Iglesia se vio en la necesidad de determinar la correcta relación entrela competencia eclesiástica y la estatal, persuadida de su propia autonomía y libertad, e igualmente de su vinculación a los diversos órdenes profanos. Estas tentativas condujeron en Bizancio (era de –> Constantino), tras la fundación de Constantinopla como la «segunda Roma», a los principios del dominio oriental sobre la Iglesia (teoría de la identificación), y, en el imperio romano occidental, ala libertad de la Iglesia (teoría de la diferenciación). En el imperio bizantino la unidad de I. y E. quedó asegurada bajo la soberanía del emperador, cuya persona empezó por incorporarse a la jerarquía como sacerdos imperator, apareciendo después como el soberano elevado a la esfera sacra en forma de basileus terrenal. Por lo que respecta a las relaciones entre 1. y E. en occidente, fue...
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