Ignacio y El Psicoanálisis
Carlos Domínguez Morano, S.J.
La aproximación psicológica a una figura histórica como la de Ignacio de Loyola cuenta con dificultades muy especiales que hay que tener en consideración. En efecto, el intento de delinear la dinámica personal, íntima (con sus aspectos inconscientes incluidos) de un personaje, del que tan solo disponemos de unaserie de textos escritos y que se desenvolvió en unas circunstancias históricas y socioculturales de hace casi cinco siglos, plantea problemas metodológicos de largo alcance. Toda cautela será poca, si no se quiere venir a caer en burdos anacronismos o psicologismos reduccionistas.
Una obligada y saludable relativización hermenéutica se impone, pues, a la hora de emprender un análisis como en elque en este momento vamos a emprender. Lo que Ignacio hizo y dijo hay que situarlo en el contexto de una espiritualidad bien precisa que es la de la Europa católica y contrarreformista del siglo XVI y lo que nosotros hoy podemos pensar de su figura tampoco es ajeno a unos paradigmas particulares que, en nuestro caso, serán los de la psicología que nace en el siglo XX. Ser conscientes de estaslimitaciones resulta inexcusable si se quiere valorar en su justa medida todo lo que sobre Ignacio de Loyola podamos hoy determinar[1].
Y sin embargo, al tratarse de una figura que no ha dejado de resonar e influir de modo considerable hasta el presente en la cultura universal, particularmente en la cristiana, este propósito se convierte en un imperativo científico y una tentación irresistible[2].De alguna manera, el intento de comprender el dinamismo interno, personal, de Ignacio de Loyola es el intento de comprendernos a nosotros mismos, en aspectos nada desdeñables de nuestros propios proyectos e ideales de vida.
Nuestra óptica particular, la de la psicología, impone también una limitación estructural que no podemos perder de vista. Desde ella, no podemos ni queremos comprendernada que no concierna directamente a la dinámica psíquica de Ignacio. No siempre son fáciles establecer las fronteras entre las dimensiones psíquicas y las espirituales. Pero esa distinción parece tanto más necesaria hoy en día, cuando nos encontramos con una peligrosa tendencia a psicologizar extremadamente la vida espiritual y a espiritualizar la psicología. El diálogo entre ambas perspectivastan sólo será fecundo cuando se sepan mantener adecuadamente los límites y la entidad específica de cada una de ellas. Las posiciones reduccionistas para los no creyentes, así como las de carácter concordista para los creyentes, constituyen siempre una tentación de la que hay que preservarse en una firme actitud de alerta.
En el presente estudio, por tanto, se va a efectuar un acercamiento a ladinámica psíquica de Ignacio de Loyola y tan sólo a ella. Un acercamiento que, por otra parte, se lleva a cabo desde una óptica psicológica determinada que es, esencialmente, la del psicoanálisis. Todas las posibilidades y limitaciones con las que contaremos serán, pues, las que corresponden a este punto de mira particular. Desde otra óptica diferente, la de la espiritualidad y la teología, esadinámica psíquica así analizada se podrá considerar como el terreno en el que acaecieron unas intervenciones del Espíritu de Dios, que transformaron la vida de Ignacio. Desde nuestra óptica, nada de ello será cuestionado, como tampoco será objeto de ningún tipo de confirmación. No le compete a la psicología ni al psicoanálisis decir nada sobre la acción de la gracia en el ser humano. Ni paracontar con ella como elemento explicativo, ni para reducir su posible acción a mero mecanismo psíquico. Tendrá que contentarse con explorar las estructuras y dinamismos psíquicos del sujeto, el campo de sus motivaciones, sus eventuales cambios, así como los elementos que en la estructura interna de la persona se van configurando en sus relaciones personales o ideales. Si uno de esos elementos es la...
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