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Illuminati
Los secretos de la secta más temida por la Iglesia católica
¿Cuántos adeptos habría, viviendo disfrazados entre la normal humanidad, ocultando cuidadosamente su avanzado estado tras una
mascarada de urbanidad vulgar, estupidez o conformidad? […] Un verdadero adepto podría interpretar cualquier papel o padecer cualquier
humillación para cumplir su especial obra.ROBERT ANTON WILSON,
Escritor norteamericano, Las máscaras de los Illuminati
Como puedes ver, mi querido Coningsby, el mundo está gobernado por personajes muy distintos a los que se imaginan aquellos que no están
detrás del telón.
BENJAMÍN DISRAELI,
Político británico, Coningsby
Perdónenme si los llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien.
GROUCHO MARX,
Humoristaestadounidense
Prólogo a la edición española
El historiador Richard Hofstadter, en su ensayo El Estilo Paranoico en la Política Americana, argumenta que muchos de sus colegas «imaginan muy a menudo la
existencia de una vasta o gigantesca conspiración como la fuerza motivadora de fondo en los acontecimientos históricos. ¡La realidad es que la historia misma es una
conspiración!».
Durante muchos años,la teoría de la conspiración ha sido sistemáticamente despreciada por gran parte de los historiadores norteamericanos de cierta relevancia
y, desde luego, por la práctica totalidad de los europeos. Para estas mentes analíticas y eruditas, la existencia de uno o varios grupos de seres humanos empeñados en
trabajar en la sombra, durante largos períodos de tiempo y siguiendo planes cuidadosamentetrazados, para hacerse con el poder es poco menos que un argumento de
una novela fantástica o de una serie televisiva de entretenimiento. Por supuesto, la primera labor de cualquier conspiración es convencer al resto de la sociedad de que
no existe conspiración alguna.
El caso es que, con su actitud, contagiaron a la mayoría de la sociedad persuadiéndola de que los villanos de película quepretenden convertirse en una especie de
reyes del planeta (sin explicar nunca para qué) eran simple fruto de la imaginación de guionistas y escritores. Además, siempre quedaría en alguna parte el agente 007 o
el Indiana Jones de turno para desbaratar sus planes. Conspiración no es una palabra políticamente correcta, sobre todo en España, donde hasta hace poco se
asociaba a la coletillajudeomasónica, tan utilizada durante el franquismo.
Sin embargo, los brutales atentados del 11 de septiembre de 2001 y del 11 de marzo de 2004 han conmocionado muchas conciencias, porque, pese a las
investigaciones políticas, judiciales y periodísticas, quedan demasiados puntos oscuros. Los ciudadanos de todo el mundo han podido comprobar que las redes
conspiratorias son mucho más sucias, complejas einquietantes de lo que creían. Y que al frente de las mismas no hay un Señor del Mal, tirando de todos los hilos, sino
que las responsabilidades se difuminan, se pierden, se deshacen en una maraña de datos y apuntes contradictorios que parece sugerir la existencia de grupos más o
menos amplios de conjurados.
Internet, el único medio de comunicación del planeta donde todavía cualquier persona puedepublicar lo que desee, se ha convertido en los últimos tiempos en un
hervidero de opiniones, informaciones y desinformaciones que demuestra la cada vez mayor desconfianza del ciudadano común en las instituciones oficiales, así como
su creciente interés por conocer qué hay de cierto detrás de las teorías conspiratorias. En un reciente artículo, el historiador británico Timothy Garton Ash narraba suexperiencia en California durante la última convención demócrata, que dio el espaldarazo a la candidatura de John F. Kerry como aspirante a la presidencia en las
elecciones de 2004 en Estados Unidos. Garton Ash confirmaba que la cultura de la sospecha ha echado raíces en ese país, cada día más militarizado: «El ejército es
con mucho la institución en la que más confían los estadounidenses;...
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