Ilpotrokeloke

Keloke sossiooo irmao hhhhhhhhhjjkmnfpumpum 1709, Francisco de Castellví sigue relatando con extrema meticulosidad el curso de la guerra de Sucesión en todos susescenarios: a las cortes que celebra Carlos III en Barcelona siguen el fracasado asedio de Felipe V a la ciudad y la fugaz entrada de las fuerzas austriacistas enMadrid. Pero el gran acontecimiento bélico de estos años en la península es la batalla de Almansa (1707), que supuso para Carlos III el abandono del Levanteespañol y para el reino de Valencia la pérdida de sus fueros.

La guerra de Sucesión seguía siendo una faceta de la lucha internacional que enfrentaba a las grandespotencias por la supremacía europea. A pesar de la victoria de Almansa, en 1709 la situación de Luis XIV se ha hecho precaria porque sus fuerzas hace años que estánsiendo derrotadas, tanto en el Norte como en Italia. Por eso se ve obligado a tantear las posibilidades de llegar a una paz negociada. Pero, una de las condicionesque le exigían los aliados ―forzar, con las armas si es necesario, a su nieto Felipe V a abandonar el trono― será inaceptable para él.

En medio de los avataresbélicos, que adquieren a veces una sorprendente y estremecedora ferocidad, Castellví insiste en el sentido de la lucha: para los filipistas, es casi una guerra dereligión, que combaten contra los «herejes», concepto en el que incluyen a todos los austriacistas, españoles y extranjeros, desde que en 1702 los inglesescometieron toda clase de desmanes y profanaron los templos de Puerto de Santa María; para los austriacistas, es una lucha en defensa de las libertades y los fueros.