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(O lo atiendes como tal o se va con tu competencia)
En un viaje por España, y aunque la atención estaba dirigida a los maravillosos paisajes y laherencia arquitectónicamorisca, mi “ojo de marketing” estaba siempre alerta. Y lo que capturó mi atención fue el servicio al cliente...
Durante nuestra visita a la tierra delflamenco, el servicio al cliente fue en muchoscasos aun peor que en Francia. ¿Por qué? ¡Porque en Francia directamente no existe — y todo el mundo lo sabe! Pero en Andalucía,el servicio al cliente es desconcertante — varía de momento a momentosegún como se sienta la persona que te está atendiendo.
Ejemplo. Mi esposa y yo nos sentamos en unrestaurante en Sevilla, en frente a la Giralda, la famosa torre que alberga tantas leyendasgitanas. A nuestra derecha el mozo está haciendo todo lo que puede para irritar a seisbelgas que, con toda amabilidad, intentan ordenar su comida en su español rudimentario. A nuestra izquierda la escena serepite con otro mozo que, con desdén, toma el pedido dedos estadounidenses. Cuando uno de ellos nos atiende, nos trata aceptablemente porque al menos hablamos la misma lengua...
Al pedir el postremi esposa le pregunta si tiene enel menú algún postre típico de Andalucía. Respondió él “No” con cara de fastidio. A falta de una recomendación amable, fuimos por la opción segura: “Torta dechocolate porfavor.” Al finalizar el postre intentamos llamar la atención del mozo para pedir la cuenta… ¡mi esposa tres veces y yo cinco! El mozo, parado y sin hacer nada, ya que todo elmundo estáservido, nos mira pero nos ignora. Y lo increíble de todo esto es que, a pesar de su “día de pocos amigos”, todos los clientes — incluidos nosotros, siempre le agradece
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