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Empecé a pensar, una por una, en todas
las personas del pueblo, y resulta que Scvttenía razón. Todos sabían español. Incluso
el primo más pequeño de José Ignacio, que
todavía duerme con el chupetepuesto, y
Macario el peluquero, que es tartamudo.
—Sería estupendo -le dije a m i amigo-.
Imagínate, todo el mundo hablando español.
Podríamos ir a cualquier país y entendernos los unos con los otros, yno tendríamos
que estudiar otros idiomas... Porque, además, hay veces que no te entienden en
Francia, porque m i madre aquel día también quería comprar unos guantes para regalarle a m i abuela, y esosí que no lo
entendían. Trató de hacerse entender con
mímica, y le sacaron una crema para las
manos. Y dijo algo así como «¡mitones!» y
le enseñaron una caja de botones. Por f i n ,
m i madre le dijoa m i padre: «¿Sabes tú
cómo se dice guantes?». Y entonces fue
cuando la señora de la tienda la entendió,
porque resultaba que sabía español. Las dos
se rieron mucho cuando lo averiguaron.
—¿Lo ves?L a francesa sabía español, y
seguro que no lo había estudiado. No hace
falta estudiar español, porque es fácil. E n
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madre no sabía decir guantes en
l i . t i K i s , porque el francés es difícil.Pues
, \:\a también se enfadó cuando
.1 lo conté. Habló con m i padre y le dijo
ijiu- v<', o era un mal educado o deficiente
i i K i K . i l . Y m i padre está empeñado en que
JU) soy deficientemental y la ha tomado
r o n i n i g o . Sin embargo, yo creo que debería
i'Niar
contento por tener u n hijo fuerte y
robusto, y lo primero que se le ha ocurrido
VH buscar un profesor y decirme que vuelvaM casa, cuando mejor lo estaba pasando.
I'ambién a mí me pareció una injusticia.
Stvc viene al pueblo todos los veranos, a
tasa de José Ignacio, porque son primos, y
HC pasa bien con él. Y ahora acausa del
francés, que es un idioma innecesario, y de
la historia, que tampoco sirve para mucho,
va y se lo llevan.
—Así que he pensado escaparme -dijo
Scve.
Me quedé con la boca abierta.
—¿Adonde...