importante
Bella POV:
—¡¿Y quién es él?!
«¡Oh dios!»
—Ángel… —dije en un susurro. Lo sentí indigno, era tomar muchas atribuciones; pero ya lo había dicho. Instantáneamente sentí las manos sudorosas a pesar de que un frío sorpresivo se calaba en mis huesos. Él estaba de nuevo frente a mí. Noté que Emmett lo tenía agarrado del brazo izquierdo y que la miradade ambos estaba impasible. Sin necesidad de mirar a quién tenía a mi lado, pude comprender las reacciones de los dos así que procedí a calmar los ánimos— Paul, él es Edward. Del que tanto te hablé ayer. Él es su hermano Emmett y ella es mi compañera de casa y amiga Alice. Paul sonrió con una tranquilidad y frescura muy natural. De igual forma —muy pagado de si mismo— le tendió su mano a cada uno,quienes por su parte la estrecharon no de muy buena gana. Al menos dos de los presentes.
Noté que Edward tenía el ceño fruncido; lo cual hacía cuando estaba molesto o frustrado porque no conocía algo. Imaginé que en este caso serían las dos cosas. Me situé a su lado y al instante surgió la tentación de tocar su mano y estrechar mis dedos con los suyos como lo habíamos hecho tantísimas veces. Nolo hice. Desconocía cómo reaccionaría frente a mi invitado y aún no me sentía lo suficientemente fuerte como para lidiar con un rechazo. No con otro.
—Edward. Paul es un amigo que conocí hace poco en la reserva de La Push. Va a estudiar enfermería así como lo hice yo, aunque no tiene la más mínima idea acerca del área en la que se va a especializar.
—Mmm… —fue la única respuesta de él.
Elmencionado le sonrió impertérrito hasta que un silencio incómodo se apropió de la pequeña sala de estar de la casa. Paul miró su reloj y cargó la pesada caja como si fuese una pluma.
—Bueno, me van a disculpar que no me quede más tiempo del que me exigiría la cortesía… pero debo llegar pronto a la reserva. Tengo cosas que hacer —pasó por el lado de cada uno y se despidió, pero cuando llegó frente a míme dio un pequeño beso en la mejilla. Una sonrisa avergonzada pendía de sus labios perfilados—. Muchas gracias por todo, Bells. Sabré aprovechar todo esto que me estás dando, te lo prometo.
—Eso espero.
—Así será. Luego te llamo. Adiós.
Cuando el Volkswagen algo destartalado de color rojo desapareció de mi vista, tranqué la puerta. A regañadientes volteé, pues ya no había excusa para noenfrentar la situación. Me encontré con dos expresiones impasibles y una dubitativa. Entonces Alice intervino con su dulce talante para suavizar la situación:
—Siéntense, chicos. Voy a dejar la pizza en la cocina, dejo mi bolso en el cuarto y luego cenamos —subió las escaleras de dos en dos. La puerta chirrió al abrirse.
El ambiente incomodo seguía creciendo. Emmett con cara de molestia, pero sabía sinlugar a dudas que no tenía ningún derecho en pedir alguna explicación con respecto a nada que tuviese que ver con mi vida privada. Edward, con cara de frustración y eso sí que no podía deducirlo con claridad hasta que no hablara en privado con él. Y yo….bueno, dejémoslo en que definitivamente aún seguía sorprendida con la repentina visita.
—Pasemos a la cocina, chicos —les invité y pasé detrásde ambos. En ese instante ya los nervios me tenían invadida. Era inevitable—. Tomen asiento.
Emmett tomó asiento sin decir más que un cortés "gracias", su hermano menor en cambio se dio a la tarea de recorrer la minúscula estancia con curiosidad. No entendía que podía llamarle tanto la atención, puesto que ya había venido una vez a esta casa y jamás había sido la gran cosa. A lo mejor en unprincipio lo fue, cuando había sido construido tiempo antes de que mis difuntos padres la habitaran.
—¿Qué tanto miras, Edward?
Él volteó y medio me sonrió. Se encogió de brazos y tomó asiento en la mesa.
—Me gustan las paredes de cuadritos de esta cocina.
—Son cerámicas, ¿Ed? —le dijo su hermano con naturalidad y algo de fastidio.
Le miré extrañada.
—¿Cómo te puede gustar? Esa cerámica es muy...
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