proyección de un historiador colombiano que con suficiencia y altura se asoma a la historiografía hispanoamericana, representa no sólo un logro y un aporte sino también un ejemplo que debe ser continuado. presente en la oratoria política, del peso decisivo de la concepción de la historia elaborada por la Iglesia en las políticas culturales del Estado, de la impregnación religiosa del mismolenguaje ges-tual: Probablemente la Iglesia era más poderosa en esta época que en una monarquía absoluta. El presidente no era ningún contrincante, como en las monarquías absolutas, para el control de la conciencia pública. Tampoco disfrutaba el presidente de la perpetuidad de su cargo; un primado o nuncio insatisfecho podían no sólo presionar cambios en la política o en los ministerios sino luchar porun candidato más aceptable en las próximas elecciones. La Iglesia le confería al presidente un rol santificado, legitimizando su cargo y su persona con un Te Deum el día de la posesión. Al presidente le llovían epítetos eclesiásticos y la propaganda de la Iglesia lo proyectaba como un segundo arzobispo encomendado por las autoridades eclesiásticas para que combatiera el mal en sus funcionestutelares. Ningún presidente se podía dar el lujo de suscitar críticas continuas de la Iglesia pues ésta controlaba el drama nacional mientras que el poder ejecutivo simplemente desempeñaba un papel secundario. El presidente reafirmaba su papel secundario ante la Iglesia dirigiendo a los laicos en la procesión de Corpus Cristi y re-consagrando la nación regularmente a su patrón, el Sagrado Corazón....La sujeción parcial del Estado a la iglesia se reflejaba en el vocabulario político de la época; la retórica sacerdotal y la política se entrecruzaban en contenido, composición y expresión. Tenían los mismos gestos y la misma entonación, la misma organización de la materia, las mismas referencias a Dios, a la patria y al hogar. La política se hallaba fuertemente condimentada con el lenguaje de laredención, la expiación y el sacrificio. (P. 34) La construcción por parte de la Iglesia de una cultura señorial fundada en un pesimismo congénito, que valorizaba en grado sumo el culto de la palabra y la especulación y que albergaba ideo-
Bernardo Tovar Zambrano, profesor de la Universidad Nacional
Christopher Abel, Política, partidos e Iglesia en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional deColombia, 1987.
La historia de la Iglesia es un campo especialmente importante dentro de los estudios históricos, y para los países de América Latina esta importancia es tanto mayor cuanto que la influencia de la Iglesia ha sido determinante en la vida cultural y en el proceso político de esos países. A pesar de ello, no son frecuentes las investigaciones dedicadas a establecer ese complejo derelaciones y predominan, en cambio, los obras escritas con una intención apologética o con un enfoque estrechamente ligado al punto de vista de la institución eclesiástica. Por esta razón, el libro de Christopher Abel constituye una contribución especialmente enriquecedora. La dimensión cultural frecuentemente desconocida en las historias políticas, ocupa en este texto un lugar central en el análisisde la política, y dentro de ella el rol cumplido por la Iglesia, aporta un enfoque novedoso a la historia de los partidos y del estado colombiano: el texto se detiene en el inventario de los elementos rituales del poder presidencial en Colombia, de la simbología religiosa
logias racistas entonces de moda en Europa, se manifestó de modo especial en la política adoptada por Núñez y Caro para laeducación, cerrando casi por completo los espacios para el surgimiento de una cultura secular: Abel señala cómo las únicas formas alternativas de cultura al margen del modo de expresión clerical dominante eran la oratoria y la poesía. En este contexto cultural, sitúa el autor el proceso de los partidos que, a lo largo del período estudiado, revelan una progresiva tendencia hacia la aproximación...
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