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Demasiados héroes
El Cocodrilo Lector.
El Cocodrilo Lector
Narrativa
DEMASIADOS HÉROES
De LAURA RESTREPO
(Bogotá, Colombia, 1950)
Libro impreso fuente:
ALFAGUARA
1ª edición, 2009
© 2009, Laura Restrepo
ISBN: 978-16039-6642-9
Esta edición electrónica: marzo, 2010
A Payán, a su lado
Todo el mundo tiene derecho a pensar que su padre
es un buen tipoFÉLIX ROMERO
En este momento no estoy para escuchar cuentos
de héroes
ELIAS KHOURY
–Necesito saber cómo fue –le dice Mateo a su madre–. El episodio oscuro, quiero saber cómo fue exactamente.
–Te lo he contado mil veces –le responde ella.
Él mismo lo había bautizado así, el episodio oscuro,
porque lo que ocurrió aquella vez fue dañino, pero
también porque estaba sepultado bajo unamontaña de
verdades a medias. Lo peor de todo era su falta de recuerdos; aquello había ocurrido cuando él era demasiado pequeño para fijarlo en la memoria. Palos de ciego. Era una expresión que había escuchado por ahí.
Así se sentía él, dando palos de ciego por entre una
historia que no comprendía pero de la cual hacía parte
y que lo atrapaba como una red.
–Dale, Lolé –dice Mateo, suavizando la vozy llamándola así, Lolé, como cuando era pequeño. Ahora
prefiere decirle por su nombre de pila, Lorenza, y
cuando se enfurece con ella le dice madre–. Dale, Lolé,
cuéntamelo otra vez. Empecemos por lo del parque.
–Tú tenías dos años y medio. Era una tarde de jueves y tu padre, tú y yo estábamos en Bogotá, en el
Parque de la Independencia.
–Y él tenía un suéter de lana grueso.
–Puede ser.–En las fotos he visto que él usaba suéteres de lana
gruesos.
–Suéteres no, pulóveres.
–Qué son pulóveres.
–Suéteres. Pero él decía así, pulóver. Los colombianos decimos suéter y los argentinos dicen pulóver.
Ridículo, siendo en inglés ambas cosas.
–Lo que quiero saber es si también esa tarde, en el
parque, él tenía puesto un pulóver de lana grueso.
–Quién sabe. Lo que sí recuerdo es queandaba de
pelo largo. En Argentina tenía que llevarlo bien corto,
la dictadura no toleraba mechudos. Pero al llegar a Colombia se lo dejó crecer. Si quieres saber cómo era tu
padre, Mateo, mírate al espejo y ponte una docena de
años más. Así era Ramón en ese entonces.
–No es cierto, yo no tengo los hombros anchos. Mi
tío Patrick me contó que Ramón los tenía anchos.
–Dentro de poco los vas atener así.
–Volvamos a esa tarde, en el parque.
–Vamos paseando Ramón y yo, y te llevarnos de la
mano. El cielo es de un color azul hortensia, como son
los cielos de Bogotá cuando...
–No quiero saber cómo son los cielos de Bogotá –
dice Mateo–. Quiero entender lo que pasó.
A veces Lorenza le dice a su hijo que lo más horrendo del episodio oscuro es que sucedió justamente
cuando elhorror estaba por terminar. Atrás iba quedando la dictadura argentina y Ramón y ella habían
sobrevivido a la clandestinidad. Después de cinco años
de militar juntos en la resistencia, se habían apartado
del partido y habían abandonado el país, desconcertados como monjes que salieran del claustro y asomaran
las narices al mundo de afuera. Para Lorenza, que era
colombiana, el cambio no había sidotan difícil; al fin
de cuentas el regreso a Bogotá le había permitido volver a estar entre su gente, en un mundo conocido al
que se reintegró sin mucho drama. En cambio Ramón,
siendo argentino, quedó flotando en el aire. Le dio por
detestar todo lo que lo rodeaba, encontró a la familia
de ella aborreciblemente burguesa y empezó a verla a
ella misma como a un ser desconocido que poco teníaque ver con la mujer de la que se había enamorado en
Buenos Aires. Una vez rota la complicidad que los
había unido durante la clandestinidad, se habían convertido en dos extraños.
–En Bogotá tu padre se me volvió invisible –le
confiesa Lorenza a su hijo.
–Cómo, invisible. Nadie se vuelve invisible.
–Tal vez yo andaba demasiado ocupada contigo,
con el trabajo, con la familia, a lo mejor...
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