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Más allá de eso, los capos son la autoridad real. Los símbolos desu poder resultan inequívocos. Lujosas mansiones que sobresalen a la distancia. Autos último modelo de un lujo exorbitante. Ferias ganaderas en las que ellos mismos desfilan ante el público montando sucolección de caballos pura sangre, y donde exhiben armas automáticas con las que soñarían las fuerzas de elite de cualquier Estado. Conciertos de los cantantes populares más famosos, auspiciados desu generoso bolsillo.
Y más. Juancho (Juan José León, el narco asesinado a fines de marzo 2008 en Río Hondo, Zacapa) era un auténtico keynesiano. Creía en el pleno empleo. Cualquier desocupadosabía que tenía un jornal asegurado colocando piedrín en pistas de varias fincas. Las señoras tenían su pequeño financiamiento para montar una champita donde vendían refrescos y comida chatarra; el aporteincluía celular con el cual reportar cualquier movimiento sospechoso.
“Si el hombre se porta mal. Bebe mucho o tiene otras mujeres, maltrata a la esposa y no aporta al presupuesto… ella (laesposa) sabe con quien quejarse. Solo la amenaza: ´le diré a Don…´ funciona.” Así me narraron unos vecinos de municipios de Jalapa la imposición del orden ahí. Resuelven conflictos familiares y comunales.Son capaces de barrer con la delincuencia. Todo con el ánimo de ganarse a la población, que constituye su cordón de seguridad más importante.
¿Qué hace un Estado frente a ese descaro? Sería comoabrir los dormitorios de nuestra vivienda y ver, impotentes, que los ratones hacen su fiesta a plena luz del día. El poder corruptor del narcotráfico es inmenso. Háganse las cuentas: estamos en el...
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