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LA SIN NOMBRE

Era todo tan diferente su Anterior barrio ya era inhabitable, y por eso había decidido mudarse a ese pequeño pueblo escondido en el medio de algún mapa de por allí, uno de esos pueblos a los cuales No se los toma en cuenta para las noticias, para el clima, para lo bueno, para lo malo. La cantidad De personas era proporcional a lacantidad de dinero, y por estos días, eso es lo que decide si es digno de ser tomado en cuenta o no. Su nuevo lugar, era uno de estos.

Ella había llegado, quizás para marcar una gran diferencia en un pequeño número de habitantes. Probablemente, si el lugar hubiese sido una ciudad, y por consiguiente, el número de habitantes mucho mayor, hubiera pasado desapercibida. Pero no, el pequeño pueblotenía un decrecimiento demográfico notable. La juventud no frecuentaba, la gente tenía pocos hijos, y la esperanza de vida allí, era preocupantemente baja.

Desanimada ante el poco movimiento del barrio donde desgraciadamente le había tocado vivir, se dispuso a mirar a su alrededor. Todas las pequeñas casitas, en su totalidad iguales, eran de colores oscuros, opacos. El Sol caía en un atardecersilencioso, acrecentando las sombras de los escasos árboles secos que limitaban con esa calle de tierra.

Observó detenidamente a una señora salir de la casa que tenía en frente suyo. Abrió la puerta, salió con un vestido hasta los talones y las mangas hasta las muñecas, tapado por un delantal, todo del mismo color madera. Una vez afuera, le dio la espalda a la muchacha, y cerró con llave lapequeña vivienda. Como si hiciera falta en un pueblo tan seguro y tan despoblado.

Desde la única ventana perteneciente a la misma cada de donde la señora había salido, una niña la miraba fijamente. Ella, apartando por un segundo la mirada de la mujer ensimismada en su caminata, sintió la mirada de la niña, correspondiéndole con un gesto de la mano a modo de saludo, sonriente. La criatura se aproximóa la ventana y sin decir más, con el rostro inexpresivo, la mirada fija y sin dar señales de devolver el saludo, cerró la persiana fuerte y bruscamente. La muchacha quedó perpleja.

Buscó con los ojos nuevamente a la señora que había visto primeramente, y la interceptó con otra mujer. Pudo observar cómo se saludaban con un corto movimiento de cabeza, sin siquiera emitir palabra. Acto seguido,las dos salieron caminando en fila por una vereda lo suficientemente ancha como para que las dos pudieran ir a la par.

La joven, extrañada, decidió seguir de lejos, los pasos de aquellas dos mujeres. Vereda a vereda, otras señoras de igual vestimenta, salían de sus casas cerrando con llave a sus espaldas, para unirse a aquella larga y misteriosa fila que conducía en una misma dirección,saludando con ese mismo gesto con la cabeza. La caminata era uniforme y acompasadamente rápida. Ella las seguía y, a medida que recorría la calle donde vivía, percibía cómo las persianas se bajaban, casi perfectamente coordinadas.

De un momento a otro, frenaron. Todas al mismo tiempo, como si hubieran estado contando los pasos. Ella se animó a alzar la voz y decir un fuerte “Buenas tardes”, a lo cualcada mujer de toda la fila correspondió de la misma manera: giraron el cuello, la miraron de arriba abajo con gesto de desaprobación y volvieron a girar, haciendo caso omiso al saludo. Quizás era por sus pantalones, quizás por su camisa a cuadros color musgo, quizás por su pelo suelto y descontrolado, quizás por sus zapatillas, quizás porque había hablado.

Decidió observar el motivo de surotunda parada. Se detuvo ante la primera mujer, estacionada justo donde terminaban las casas, justo al final de la vereda, donde ya terminaba el pequeño pueblo. Ella, al igual que todas los demás, miraba al cielo. Se quedaron allí hasta que el Sol terminó de esconderse en el horizonte. Luego, dieron media vuelta y marcharon, de la misma manera que a la ida, pero esta vez, la fila decrecía a...