Informe Anual De Actividades Docentes
31 Él os ha concedido que adiscernáis el bien del mal, y os ha concedido que bescojáis la vida o la muerte; y podéishacer lo bueno, y ser crestaurados a lo que es bueno, es decir, que os sea restituido lo que es bueno; o podéis hacer lo malo, y hacer que lo que es malo os sea restituido. Presiente monson dijo
Últimamente he estado pensando en las decisiones y sus consecuencias. Ni siquiera pasa una hora del día en la que no tengamos que tomar decisiones de una u otra índole. Algunas son triviales, pero otras sonde mayor alcance; algunas no marcarán ninguna diferencia en el orden eterno de las cosas, mientras que otras marcarán toda la diferencia.
Al contemplar los diversos aspectos de las decisiones, las he colocado en tres categorías: primero, el derecho de elegir; segundo, la responsabilidadde elegir; y tercero, los resultados de elegir. Los llamo los tres aspectos de las decisiones.
Mencionoprimeramente el derecho de elegir. Estoy tan agradecido a un amoroso Padre Celestial por el don del albedrío, o el derecho de elegir. El presidente David O. McKay, noveno Presidente de la Iglesia, dijo: “Después de la concesión de la vida misma, el don más grande que Dios ha dado al hombre es el derecho de dirigir esa vida”1.
El profeta Lehi 2 nefi 2: 27 nos dice: “Así pues, los hombres son libressegún la carne y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él”2.
Hermanos, dentro de los confines de cualquier circunstancia en la que nosencontremos, siempre tendremos el derecho de elegir.
Segundo, con el derecho de elegir viene la responsabilidad de elegir. No podemos ser neutrales; no hay un terreno intermedio. El Señor lo sabe; Lucifer lo sabe. Mientras vivamos en esta tierra, Lucifer y sus huestes nunca abandonarán la esperanza de obtener nuestras almas.
Nuestro Padre Celestial no nos lanzó en nuestra jornada eterna sinproporcionar los medios por los cuales pudiésemos recibir de Él guía divina para ayudarnos en nuestro regreso a salvo al final de la vida mortal. Me refiero a la oración. Me refiero, también, a los susurros de esa voz suave y apacible que llevamos en nuestro interior, y no paso por alto las Santas Escrituras, escritas por marineros que navegaron con éxito los mares que nosotros también debemos cruzar.
Cadauno de nosotros ha venido a esta tierra con todos los medios necesarios para tomar decisiones correctas. El profeta Mormón nos dice: “…a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que sepa discernir el bien del mal”.3.
Estamos rodeados —y a veces nos acosan— los mensajes del adversario. Escuchen algunos de ellos; seguro les resultarán conocidos: “Sólo esta vez no importará”. “No te preocupes;nadie lo sabrá”. “Puedes dejar de fumar, o de beber, o de tomar drogas en el momento que lo quieras”. “Todos lo hacen, así que no puede ser tan malo”. Las mentiras son interminables.
Aunque en nuestra jornada encontraremos bifurcaciones y vueltas en el camino, simplemente no podemos darnos el lujo de tomar un desvío del que tal vez nunca regresemos. Lucifer, ese astuto flautista mágico, toca...
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