Ing. Mecànico
Páginas: 2 (325 palabras)
Publicado: 17 de febrero de 2013
De: p_wilfrido@hotmail.com
Para: Personal de buenas Tareas.com
Falk: una reminiscencia
Varios de nosotros, todos más o menos conectados con el mar, estaban cenando en unpequeño río de hostelería no más de treinta millas de Londres, y menos de veinte de ese charco poco profundo y peligroso a la que nuestros hombres de cabotaje dar el pomposo nombre de" . mar del Norte "Y a través de los amplios ventanales que tenía una vista del río Támesis, un punto de vista enfilada por el alcance Esperanza Baja. Sin embargo, la cena eraexecrable, y toda la fiesta era para los ojos.
Ese sabor de la sal del agua, que para muchos de nosotros había estado en el agua de la vida impregnado nuestra charla. El que haconocido la amargura del Océano tendrá su gusto para siempre en la boca. Pero uno o dos de nosotros, mimado por la vida de la tierra, se quejaba de hambre. Era imposible de tragar nadade eso. Y de hecho había un olor a moho extraño en todo. La madera del comedor sobresalía por encima del lodo de la orilla como una vivienda lacustre; los tablones del piso parecíapodrido, un camarero viejo y decrépito se tambaleó patéticamente un lado a otro ante un aparador antediluviano y carcomida; las placas con chip que podría haber sido desenterradode algún basurero cocina cerca de un lago habitado, y las chuletas de recordar los tiempos más antiguos aún. Ellos trajeron a la fuerza a la mente la noche de los tiempos cuando elhombre primitivo, la evolución de los primeros rudimentos de la cocina de su conciencia oscura, quemada trozos de carne en un fuego de ramas en la compañía de otros buenoscompañeros, y luego, acollarado y feliz, se sentó él de nuevo entre los huesos roídos contar sus cuentos ingenuos de experiencia, los cuentos del hambre y la caza-y de las mujeres, tal vez!
Para: Personal de buenas Tareas.com
Falk: una reminiscencia
Varios de nosotros, todos más o menos conectados con el mar, estaban cenando en unpequeño río de hostelería no más de treinta millas de Londres, y menos de veinte de ese charco poco profundo y peligroso a la que nuestros hombres de cabotaje dar el pomposo nombre de" . mar del Norte "Y a través de los amplios ventanales que tenía una vista del río Támesis, un punto de vista enfilada por el alcance Esperanza Baja. Sin embargo, la cena eraexecrable, y toda la fiesta era para los ojos.
Ese sabor de la sal del agua, que para muchos de nosotros había estado en el agua de la vida impregnado nuestra charla. El que haconocido la amargura del Océano tendrá su gusto para siempre en la boca. Pero uno o dos de nosotros, mimado por la vida de la tierra, se quejaba de hambre. Era imposible de tragar nadade eso. Y de hecho había un olor a moho extraño en todo. La madera del comedor sobresalía por encima del lodo de la orilla como una vivienda lacustre; los tablones del piso parecíapodrido, un camarero viejo y decrépito se tambaleó patéticamente un lado a otro ante un aparador antediluviano y carcomida; las placas con chip que podría haber sido desenterradode algún basurero cocina cerca de un lago habitado, y las chuletas de recordar los tiempos más antiguos aún. Ellos trajeron a la fuerza a la mente la noche de los tiempos cuando elhombre primitivo, la evolución de los primeros rudimentos de la cocina de su conciencia oscura, quemada trozos de carne en un fuego de ramas en la compañía de otros buenoscompañeros, y luego, acollarado y feliz, se sentó él de nuevo entre los huesos roídos contar sus cuentos ingenuos de experiencia, los cuentos del hambre y la caza-y de las mujeres, tal vez!
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