ingenieria

Capítulo 1
—¡Me gusta que las chicas se defiendan! —En su mirada
apareció un destelo del placer que adivinaba en la batala, en la
conquista, en el sitio. No quería entregarme a ela y, sin embargo,
mi cuerpo entero se moría por acariciarla y por recibir sus caricias
—. ¡Vamos, dime otra vez que no quieres, que me odias! —Se
echó a reír. Su risa era cínica y provocativa.
—¡Te odio! —grité.Era la verdad, pero eso no impedía que me consumiera de
deseo. Y me odiaba a mí misma por obedecer su voluntad. Lo que
menos deseaba era complacerla. Su deseo era cada vez más y más
intenso. Cuando se acercó a mí, sus ojos centelearon. Separó los
labios y vi el brilo de sus dientes. Sacudí la cabeza de un lado a
otro, con la intención de zafarme de ela, pero la mujer me empujó
contra lapared y me sujetó las muñecas con fuerza.
—¡No, no quiero, así no!
No me soltó, pero inclinó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.
—Eso es, defiéndete. Me encanta. —En su voz ronca se
adivinaba la excitación.
Tensé el cuerpo y ela, rápida como el rayo, aprovechó la
ocasión para plantarme un beso en los labios e intentar abrirse
camino con la lengua entre mis dientes apretados. Me empujabacontra la pared con todo el cuerpo. No me quedó más remedio que
abrir la boca para coger aire y fue entonces cuando ela me penetró
con la lengua, cuando se apoderó de mí. La pasión y el placer casi
me hicieron perder el conocimiento, aunque también noté las
náuseas que me subían desde el estómago hasta la garganta.
Le di un mordisco y ela apartó rápidamente la cabeza, pero no
me soltó lasmuñecas. Sus manos me apretaban con la misma fuerza
que unas esposas. Tuve la sensación de que no era la primera vez
que hacía aquelo, de que ya estaba acostumbrada. Me observó
con una mirada feroz, mientras se limpiaba con la lengua una gota
de sangre del labio. Me resultaba imposible librarme de aquela
mirada.
—Eres una gatita muy mala... A ver si al final va a resultar que
me heequivocado contigo. Pensaba que eras una burguesita
aburrida, de esas que lo único que hacen es tumbarse y abrirse de
piernas...

Vi un destelo de esperanza.
—¡Sí, sí, eso es lo que soy, un burguesita aburrida! —A lo
mejor así conseguía que me dejara en paz, pensé.
—No, no, no. —Se echó a reír de nuevo, con la voz ronca por
el deseo—. Ahora ya es demasiado tarde. Te he calado. Lo estás
deseando.Quieres sentir miedo y dolor porque eso te excita.
¡Admítelo! —Seguía sujetándome las muñecas con fuerza. Me
estaba haciendo daño y grité—. ¡Eso es, grita! ¡Grita todo lo que
quieras! —Su voz era un jadeo ronco y apasionado.
Tuve miedo. El dolor no me había despejado, como yo
esperaba, sino todo lo contrario: lo noté entre las piernas,
exactamente como ela había dicho. Me pregunté sirealmente era
aquelo lo que yo buscaba. Ela se dio cuenta de mi indecisión y me
besó de nuevo, pero esta vez no traté de escapar: me metió la
lengua casi hasta la garganta con una fuerza brutal. Pensé que iba a
vomitar pero justo antes de legar a ese extremo, ela retiró la
lengua. Desde luego, era toda una experta. «¿Con cuántas mujeres
lo habrá hecho?», me pregunté. Tal vez había más mujeresaficionadas a estos juegos de lo que yo creía. «¿Y yo? —me
pregunté—. ¿Yo también soy así? ¿A mí también me gusta?»
Ela atacó de nuevo. Sentí que me vencía la necesidad de
contraatacar, de participar, de no mantener una actitud pasiva y
permitir que me utilizara. Pero no, nunca, eso era justamente lo que
ela quería, y yo debía defenderme. Eso era lo que me decía mi
cabeza, aunque el traidor demi cuerpo opinara otra cosa. Ya casi
no podía soportar el deseo, que cada vez era más fuerte. Me
temblaban las rodilas; ela se dio cuenta y aflojó un poco la presión
en mis muñecas.
Busqué su lengua con la mía. Ela se apartó durante apenas un
segundo y me contempló sorprendida. Después metió la lengua otra

vez en mi boca, tan a fondo y con tanta fuerza que casi me ahogó.
De repente, me...