Ingeniero

"La Pucelle llevaba dentro de su corazón amabilidad y humildad,

Integridad e ingenuidad y sobre todo, su fe.
Eso era todo lo que ella poseía.”
-Palabras de un cierto Teólogo

Rouen, Place du Vieux-Marché
Como un canto fúnebre llevado por el viento desde tierras lejanas, los insultos llegaron hasta sus
oídos, pero ella no les presto la más mínima atención. Sería una mentira el decir queno le causaban
ningún dolor, pero el decir que le resultaban agonizantes sería una exageración.
El miedo, por otra parte, era tratado con una consideración similar. Ella dejo sus sentimientos de
vergüenza y arrepentimientos a un lado cuando se decidió a luchar y aun ahora no habían regresado a
ella.
El ser arrastrada estaba más allá de ella. Caminaba erguida y segura, constante y cerrando confuerza su mano en su pecho de manera inconsciente, solo para darse cuenta que su crucifijo había sido
robado. El mismo fundamento de su corazón había desaparecido y la tristeza se hacía camino lentamente
dentro de él. Un caballero Ingles se apresuró hacia ella en su momento de luto temporal, haciendo un
esfuerzo de ser tan respetuoso como fuera posible, entregándole una cruz hecha torpementede madera.
“Se lo agradezco,” susurro agradecida, mirándolo mientras este se arrodillaba ante ella, con
lágrimas descendiendo de su rostro. Mientras algunos la menospreciaban otros lloraban abiertamente por
su destino.
Si los insultos eran como canciones extrañas de tierras distantes, entonces su pena, de algún
modo, era como la canción de cuna de una madre.
Sus captores amarraron sus manosdetrás de su espalda a una altísima pica de madera. Ningún
hombre jamás podría haber clamado que ella hubiera podido escapar. Los amarres fueron ajustados de
tal manera que no pudieran aflojarse, aunque tal vez fue algo inútil. No puedo escapar, especialmente

después de haber llegado tan lejos, fue lo que ella pensó.
Inmediatamente de que el cardenal leyera los últimos sacramentos selanzaron las antorchas.
Las llamas lamian lentamente sus pies. Para aquellos que la rodeaban el perder el cuerpo físico de tal
manera debió de haber sido el medio de ejecución más atemorizante que pudieran imaginar. La piel era
carbonizada, la carne era hervida, los huesos eran carbonizados. Las palabras fueron entonadas una y
otra vez, los nombres de Dios y la Santa Madre invocados.
“Tus oracionesson una mentira.”

Fue acusada en múltiples ocasiones, y en múltiples ocasiones fue insultada de la misma manera.
Se trataba de un misterio que no podía resolver. Los rezos no contienen una verdad inherente ni una
mentira inherente; deberían de permanecer sin cambios sin importar quién o a quien se realicen.
Ella deseaba advertirles de su error, pero ninguna voz emergía. En vez de ello pudoobservar
toda su vida desplegada en un instante ante ella: Una villa acogedora, una familia ordinaria, y la tonta que
huyo de todo ello. ¿Pero en verdad era una tonta? Probablemente pudo haberlo sido. Después de todo, ya
sabía desde el inicio que esto sucedería. Nadie conocía cuál sería su fin mejor que ella.
Si solo las hubiera ignorado, tal vez habría tenido un final diferente.
Si solo ellahubiera ignorado las voces; si solo hubiera abandonado los lamentos de los soldados
en sus lechos de muerte. Tal vez podría haber llevado una vida como la de cualquier otra mujer, tal vez
se habría casado, viviendo feliz por siempre siendo una madre y una esposa.
Ese futuro pudo haber sido de ella. Eso era seguro.
Sin embargo, ella hizo a un lado esa felicidad eterna y corrió hacia un finaldiferente. Escogió en
su lugar el tomar la espada, vestir la armadura, cargar el estandarte de su país y dirigir en la línea de
batalla sobre la espalda de su corcel.

Sabías que terminaría de esta manera, ¿no es cierto?
Lo sabía, lo entendía. Su lucha continua solo significaba que podría encontrar su final un día.
Mientras otros podrían haberla llamado tonta, el burlarse de ella misma fue...