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En 1468, el monarca, hombre de carácter débil e indeciso, reconoció a la princesa Isabel como heredera al trono en el pacto de losToros de Guisando, con lo cual privó de sus derechos sucesorios a su propia hija, la princesa Juana, llamada la Beltraneja, a quien la maledicencia suponía hija deEnrique Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque.
Con el objetivo de consolidar su posición política, los consejeros de Isabel la Católica acordaron su bodacon el príncipe Fernando, primogénito de Juan II de Aragón, enlace que se celebró en secreto, en Valladolid, el 19 de octubre de 1469. Al año siguiente,molesto por este matrimonio, Enrique IV decidió desheredar a Isabel y rehabilitar en su condición de heredera a Juana, que fue desposada con Alfonso V de Portugal.En materia religiosa, por último, Isabel la Católica llevó a cabo una profunda reforma eclesiástica con la ayuda del cardenal Cisneros, creó el tribunal de laInquisión para velar por la ortodoxia católica (1478) y culminó el proceso de unificación religiosa con la expulsión de los judíos (1492) y los mudéjares (1502).A su muerte, acaecida el 26 de noviembre de 1504, el trono castellano pasó a su hija Juana, llamada la Loca, madre del futuro monarca Carlos I de España.
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