injusticias
La identidad nacional objetiva: El lenguaje
y la religión
Una objeción más se deriva de comparar a México (la nación) no con sus componentes internos, sino con otras naciones. México puede ser muy heterogéneo, de ahí que si se pone la atención en la heterogeneidad interna la idea de la identidad nacional parezca inverosímil; pero si comparamosa México con otras naciones, saltará a un primer plano la identidad nacional (objetiva) mexicana. Como es lógico, ciertamente, las identidades nacionales se pueden definir únicamente en contraste con otras naciones. Si los alemanes son eficientes, para tomar estereotipos crudos, los británicos son tiesos, los rusos son lúgubres, los mexicanos son machos, entonces estas cualidades de eficiencia,tiesura, lobreguez y machismo sólo se pueden detectar en una comparación entre naciones. Es verdad que numerosas identidades —nacionales, étnicas, religiosas— a veces sí se agudizan por el contacto con “el otro”, como ahora se le llama. Los mexicanos —y mixtecos— que migran a Estados Unidos pueden llegar a ser más conscientes de que son mexicanos y mixtecos; el espinoso patriotismo de JoséVasconcelos se vio ciertamente picado por sus días de infancia en Eagle Pass, Texas. Pero otra vez: éstos son sentimientos subjetivos. Las características nacionales objetivas de los mexicanos ¿los diferencian drásticamente de otros?
En busca de diagnósticos marcadores de la nacionalidad por lo general se invocan dos criterios: el lenguaje y la religión. Se les ve no sólo como “marcadores” descriptivos(“significantes” que denotan identidad), sino también como “moldes” deterministas de la identidad nacional (a veces del “carácter” nacional). Se dice que la propensión francesa por la racionalidad cartesiana está vinculada a la lengua francesa; “la literatura de la Francia moderna”, escribe Ernest Barker, “ha sido penetrada por un espíritu de orden, lucidez y lógica”.2 El apego al corporativismo yla indiferencia hacia las ganancias —el reverso de la “ética puritana”— se atribuyen con frecuencia al catolicismo “latino”. El lenguaje y la religión moldean así a la identidad nacional a la vez que la marcan.
Sin embargo, el papel del lenguaje y de la religión al marcar (e incluso más al moldear) la identidad nacional es ambiguo. Haití no es el paraíso de la racionalidad cartesiana. Tampocolo es Ruanda. En cuanto a México, el lenguaje no ofrece pista alguna de la “identidad nacional”. La mayoría de los mexicanos habla español; pero igual la mayoría de los españoles, la mayoría de los iberoamericanos fuera de Brasil, y, cada vez más, muchos habitantes de Estados Unidos. El inglés está igualmente repartido entre diversas naciones.
La religión tampoco ayuda mucho. El catolicismo sepuede ver como parte de la identidad nacional mexicana: la mayoría de los mexicanos fueron y son católicos; los símbolos y los edificios católicos dominan el paisaje mexicano; en tanto que, como lo sugerí, el anticlericalismo de hueso colorado era un credo minoritario. Sin embargo, el catolicismo forma parte de la “identidad nacional” de numerosas naciones, sobre todo en Latinoamérica. Diferenciaa México de Estados Unidos (aunque hoy menos claramente que en el pasado), pero no de Guatemala, Colombia o Ecuador. El catolicismo podría servir de “marcador” con respecto al lugar de México en América del Norte (de ahí el alivio de Graham Greene, cuando en 1938 llegó a Monterrey procedente de Texas: “aquí, se sentía, había una religión verdadera”)3 pero no con respecto a su frontera sur.Desde luego que México cuenta al menos con un único “marcador” o “significante” católico: la Virgen de Guadalupe, que acaso sea el mejor símbolo de la identidad nacional mexicana. Aunque se trata de una virgen “importada” (¿qué no lo son todas?), la Guadalupana se ha mexicanizado por completo; ella se le apareció a un humilde indio mexicano, ella misma tiene la piel morena y ella transmitió la idea...
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