Inteligencia intrapersonal, defina sus ventajas, limitaciones y acciones para su desarrollo
Montevideo, Uruguay. 12 de octubre de 2010 PE – 0086
Doctor FIDEL CANO CORREA Director DIARIO EL ESPECTADOR Ciudad
“Este es un espacio para la construcción de ideas y la generación de opinión. Este espacio busca crear un foro constructivo de convivencia y reflexión, no un escenario de ataques al pensamiento contrario”. Señor Director: Me tomé la libertad de colocar, a manera de epígrafe para esta carta, la observación que abre el blog de reacciones a las columnas de opinión de El Espectador, para señalar que es muy buena la intención, pero que poco se puede hacer cuando son los mismos columnistas, quienes, amparados en la libertad de prensa y opinión, y armados de su facilidad de engañar con las palabras, utilizan las páginas de tan prestigioso diario para hacer todo lo contrario de lo que se pide a los lectores: ultrajar a personas y colectivos que consideran sus contrarios, descalificar con arrogante burla las iniciativas que no son de su agrado, destruir
cualquier posible espacio de convivencia, estigmatizar y estimular el odio entre los colombianos y la pretendida “lucha de clases”, que tanta sangre y sufrimiento le han costado a nuestro país. Me refiero a la columna “La Vacatón” del señor Alfredo Molano, publicada en la edición del 9 de octubre, en donde la emprende contra la iniciativa de la Fundación Colombia Ganadera, FUNDAGÁN, de convocar la solidaridad de los colombianos para donar vacas preñadas a familias pobres campesinas, con el compromiso de entregar la primera cría a otras familias en similares condiciones de pobreza, habilitando un espacio para generar solidaridad en cadena, emprendimiento y construcción de tejido social en el campo. Tan absurda reacción, de ridiculizar, de descalificar y de tender, inclusive, un manto de duda sobre las intenciones y la transparencia del Programa “Una vaca por la paz”, no sólo hiere el sentimiento de los 500.000 productores que hacen de su actividad una oportunidad para generar riqueza y bienestar en sus entornos productivos, sino de todos los colombianos que nos apoyaron y que recibieron el Programa como un aporte a la reconstrucción del tejido social en el campo y como un ejercicio que estimula la convivencia y genera solidaridad desde la ciudad hacia el campo. Porque no fueron sólo los ganaderos quienes se hicieron presentes y apoyaron el Programa “Una Vaca por la Paz”, que lanzamos en esa noche memorable del 30 de septiembre, cuando, además, celebramos el Día Nacional del Ganadero en la fecha en que Jose Raimundo Sojo Zambrano fuera asesinado por las FARC. Muchos otros colombianos, de otros sectores productivos y de otras tendencias de opinión, sin ninguna vinculación afectiva ni vivencial con el campo, le dieron el Sí a este
proyecto de solidaridad, que los medios difundieron con profusión, incluido El Espectador, que nos estimuló desde sus páginas a seguir adelante. Por ello es lamentable –por decir lo menos– la actitud del señor Molano; aunque no extraña, dada su trayectoria de enemigo gratuito del gremio ganadero, al que no ha cesado de atacar y estigmatizar en sus muy vendidos escritos; y de auspiciador y defensor de “la justicia” del proyecto guerrillero, la misma que ha lacerado el alma de los colombianos con tanta violencia y con tanta criminalidad asociada con el narcotráfico. Los ganaderos no nos detenemos en actitudes tan mezquinas. Cuando hace cuatro años creamos la Fundación Colombia Ganadera, otro memorable 30 de septiembre, lo hicimos con ánimo constructivo, con la firme intención de “no mirar atrás sino para honrar nuestro pasado, y de mirar adelante para construir nuestro futuro”, buscando identificar oportunidades para ...
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