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Color a ciegas.
Fue en una noche de invierno el día en que la conocí. Me tropecé con ella por estar mirando las estrellas y, aunque fuera mi culpa, me molesté, alcé mi tono de voz, como queriendodiscutir; pero ella, tan tranquila, como si cantando estuviera, me respondió con voz dulce y serena: “fue mi culpa, perdóname”. Yo no me esperaba esa respuesta y me sentí mal por el trato que le di;tomé aire y, después de unos segundos, le pedí disculpas. Me respondió con una sonrisa y me pidió el favor que le indicara dónde quedaba el parque.
Se encontraba sola y yo estaba en la mismasituación, por lo que le contesté que sí la podía acompañar y nuevamente me sonrió; se agarró de mi brazo como si de un niño se tratase y empezamos a caminar. Hablamos de ella, un poco de mí y un poco de todo.La veía muy interesada en ciertos detalles que para cualquiera podrían ser de lo más cotidiano, como las fotografías o los libros que tanto mencioné.
En el momento en que llegamos al parque, lepregunté qué era lo que iba hacer. Agachó la cabeza y me dijo que iba a encontrarse con un amigo; pero antes de que yo pudiera abrir la boca de nuevo, me dijo, con cierta vergüenza, que me quedara conella.
Y ahí estábamos, en el parque; yo la miraba y me parecía tan hermosa… ella me preguntó que qué estaba haciendo y me sorprendió, porque me estaba mirando, o eso parecía. Le contesté que la estabaobservando; se sonrojó y de la nada me preguntó: “¿no lo has notado?” Yo, sin saber de qué se trataba, contesté que no y, aún estando ruborizada, con voz baja me dijo: “soy ciega”. Me sorprendióporque caminamos y hablamos, aunque ella no me soltara la mano.
Ella no se sentía inferior a mí, y yo mucho menos me sentía superior. Me dijo que era algo de nacimiento y empezó a preguntarme cosas quenunca pensé responder; o no de la manera como se las respondía a ella. Una de ésas fue: “¿cuál es tu color favorito?” Yo, después de meditar unos cuantos segundos, le contesté: “mi color favorito...