Interiores
Con la respiración contenida, contemplé fijamente oscuros cazadores del otro lado de la gran habitación.
Sabía que no afrontaría la muerte ahora de no haber ido a Forks.
Mi madre me llevo a Phoenix,Arizona al aeropuerto porque tenía que ir con mi padre Charlie ya que mi padrastro ama a mi madre nos acompañó a mí y a mi madre, ya en el avión estaba aterrada, yo y mi madre nos parecemos mucho salvo el pelo corto y las arrugas al sonreír.
Ya cuando llego, mi padre me llevo a mi nueva casa pero antes de partir a Forks, tuve que ir a Seattle, luego en avioneta una hora para llegar a Port Angelesy otra más en coche con Charlie.
Siempre se me ha dado muy mal eso de mentir, pero había dicho esa mentira con tanta frecuencia en los últimos meses que ahora casi sonaba convincente.
-Saluda a Charlie de mi parte –dijo con resignación.
-Sí lo haré.
-Te veré pronto –insistió-. Puedes regresar a casa cuando quieras. Volveré tan pronto como me necesites.
Pero en sus ojos vi el sacrificio quele suponía esa promesa.
-No te preocupes por mí –le pedí-. Todo irá estupendamente. Te quiero, mamá.
Lo cierto es que Charlie había llevado bastante bien todo aquello. Parecía realmente complacido de que por primera vez fuera de vivir de forma más o menos permanente.
Pero estaba convencida de que iba a sentirme incómoda en su compañía. Ninguno de los dos éramos muy habladores que se diga, y, detodos modos, tampoco tenía nada que contarle. Sabía que mi decisión lo hacía sentirse un poco confuso, ya que, al igual que mi madre, yo nunca había ocultado mi aversión hacia Forks.
Estaba lloviendo cuando el avión aterrizó en Port Angeles. No lo consideré un presagio
Ya me había despedido del sol.
Charlie me esperaba en el coche patrulla, lo cual no me extrañó. Para las buenas gentes deForks, Charlie es el jefe de policía Swan. La principal razón de querer comprarme un coche, a pesar de lo escaso de mis ahorros, era que me negaba en redondo a que me llevara por todo el pueblo en un coche con luces rojas y azules en el techo. No hay nada que ralentice más la velocidad del tráfico que un poli.
Charlie me abrazó torpemente con un solo brazo cuando bajaba a trompicones la escalerilladel avión.
—Me alegro de verte, Bella —dijo con una sonrisa al mismo tiempo que me sostenía firmemente—. Apenas has cambiado. ¿Cómo está Renée?
—Mamá está bien. Yo también me alegro de verte, papá —no le podía llamar Charlie a la cara.
Traía pocas maletas. La mayoría de mi ropa de Arizona era demasiado ligera para llevarla en Washington. Mi madre y yo habíamos hecho un fondo común con nuestrosrecursos para complementar mi vestuario de invierno, pero, a pesar de todo, era escaso. Todas cupieron fácilmente en el maletero del coche patrulla.
—He localizado un coche perfecto para ti, y muy barato —anunció una vez que nos abrochamos los cinturones de seguridad. ¿Qué tipo de coche?
Desconfié de la manera en que había dicho «un coche perfecto para ti» en lugar de simplemente «un cocheperfecto».
—Bueno, es un monovolumen, un Chevy para ser exactos.
— ¿Dónde lo encontraste?
— ¿Te acuerdas de Billy Black, el que vivía en La Push?
La Push es una pequeña reserva india situada en la costa.
—No.
—Solía venir de pesca con nosotros durante el verano —me explicó.
Por eso no me acordaba de él. Se me da bien olvidar las cosas dolorosas e innecesarias.
—Ahora está en una silla de ruedas—continuó Charlie cuando no respondí—, por lo que no puede conducir y me propuso venderme su camión por una ganga.
— ¿De qué año es?
Por la forma en que le cambió la cara, supe que era la pregunta que no deseaba oír.
—Bueno, Billy ha realizado muchos arreglos en el motor. En realidad, tampoco tiene tantos años.
Esperaba que no me tuviera en tan poca estima como para creer que iba a dejar...
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