Interlaced Ways
There aren’t misunderstandings, Just destiny…
(No hay desencuentros, solo destino)
No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino.
-John Milton-
Capítulo 1
Viejos tiempos
— ¡No me sueltes! — la oí gritar mientras yo la empujaba.
— Vamos, Rosi, tu puedes hacerlo. ¡Anda, pedalea! —la alenté antes de soltar el asiento de su bicicleta.
—¡Nick! —chilló.
— ¡Pedalea, Rosi, pedalea! —grité con mis manos alrededor de mi boca para hacer más fuerte mi voz.
Algo tambaleante, continuó pedaleando mientras yo la animaba a sus espaldas. Era su primera bicicleta, regalo de parte de mi familia.
Éramos los mejores amigos, hacíamos TODO juntos. Era espléndido vivir en medio del campo y corretear felices por los verdes y largos pastizales.
Rosanaera más pequeña que yo, una leve diferencia de dos años. Sus padres eran muy amigos de los míos y cada fin de semana nos reuníamos en alguno de los dos campos para cenar juntos.
A diferencia de nuestros progenitores, con Rosi nos veíamos todo el tiempo.
— Hola abuela Mary, ¿Podría llamar a Rosana?— pregunté educadamente, como siempre.
— ¡Hola pequeño Nicholas!—la abuela de Rosi me tenía muchoafecto—, ella se encuentra jugando con el potrillo, ya sabes como es Rosi cuando nacen nuevos animales.
Reí, claro que lo sabía.
Me despedí agitando la mano y corrí hasta el granero. Hacía más o menos una semana, había nacido un potrillo; el padre de mi mejor amiga había prometido que cuando creciera, ella lo montaría. Rosi estaba más que entusiasmada con la idea.
— ¡Nick!— gritó al vermellegar trotando.
— Te tengo una sorpresa, dentro de tres días será tu cumpleaños número ocho, pequeña…
— No soy pequeña. —frunció el ceño a lo que yo reí.
— Déjame terminar…
— Lo siento. —se disculpó y el brillo de sus ojos aumentó.
— Tengo planeado el mejor cumpleaños de tu vida, Rosi. Ya verás, la pasaremos genial.
Ella aplaudió y me abrazó con ternura.
— Solo vine a decirte eso, mamá meespera con la cena. Nos veremos mañana, ¿de acuerdo?— ella asintió.
En el día de su cumpleaños, pedí permiso para poder llevar a Rosana a mi campo.
Mi papá, cuando cumplí los diez años –hacía solo un par de meses- me enseñó a montar a caballo. Rosi jamás había montado uno y me había parecido una estupenda idea para que no olvidara jamás esa experiencia.
Al ver a mi caballo, ella sonrió de oreja aoreja y sus grises ojos centellaron de felicidad. Papá nos ayudó a los dos a subirnos a mi potro.
— Con cuidado, Nicholas. No estás solo arriba del caballo, ahora llevas una pequeña carga más…—sonrió revolviendo el ondulado cabello de Rosi.
— Lo sé, pa. Tendré cuidado… —prometí tomando con firmeza las riendas.
Ella no soltó mi cintura, sus pequeñas manos me rodeaban con fuerza.
— Con calma Rosi,no me dejas respirar…—reí y ella soltó su agarre enseguida — ¡No me sueltes!, solo… agárrame con menos fuerza…
— ¿A dónde iremos, Nick? —preguntó con su dulce vocecita.
— Sorpresa…—Rosi rió.
Hacía meses que estaba trabajando en eso, mi padre y mis hermanos me ayudaron, no iba a poder hacerlo solo, por supuesto. Rosi se quedó estupefacta al ver nuestro árbol favorito, “el gran Bob” como ella lollamaba, con una casita de madera entre sus ramas.
— Nick, ¿eso es…?
— Si, es nuestra casa del árbol, Rosi…—sonreí al ver la alegría impresa en su angelical rostro. Me bajé del caballo y la ayudé a ella a hacer lo mismo.
— ¿Podemos subirnos allí arriba?—señaló hacia lo alto.
— Claro que sí, para eso está…para pasar todo el tiempo que queramos allí arriba.
Sonrió ampliamente.
Esa tarde lapasamos en nuestra casa del árbol, mirando por una de sus ventanas el atardecer. No había nada más bello que el atardecer en el campo, los rayos del sol pintaban toda la siembra con su luz.
Los siguientes días nos dedicábamos a pasar tiempo allí, andando a caballo y correteando por los pastos, como siempre.
Llegué a mi casa muy sonriente, ese día con Rosi habíamos salvado un pequeño pájaro. La...
Regístrate para leer el documento completo.