internet
Sin embargo, esta incongruencia resultaba llamativa. Al estar mal planteada, la preguntarevelaba los términos de cierto malentendido sobre la manera en que los franceses observan el desarrollo de las nuevas tecnologías. A su manera, la proposición del fórum resaltaba la urgencia deotra visión de las cosas, más ajustada a la realidad y a las posibilidades de las nuevas tecnologías de la información. Pero, en el transcurso de tal revisión, el debate élite/ciudadanía corríael riesgo de perder, pura y simplemente, todo su sentido.
Cuando se pregunta si eso que los franceses llaman ahora un internauta, es decir una persona que se vale de Internet, es miembro deuna nueva ciudad electrónica, de la que sería ciudadano, o bien de una nueva élite, se supone una cosa: que ese usuario es un miembro, es decir, que se define respecto a una comunidad. Dichode otra manera, el punto de partida es un holismo metodológico. Ese supuesto plantea un problema en sí mismo, pero discutirlo constituye ciertamente uno de los puntos fundamentales de lareflexión sobre las nuevas tecnologías de las que Internet forma parte. Sin embargo, tal vez no resulte completamente juicioso debatir este tema encerrándonos en el dilema de la pertenencia política
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