introduccion
La actividad física y el ejercicio son una expresión importante de la actividad humana ya que el ser humano está hecho para moverse. La historia nos recuerda como los pueblos antiguos lo practicaban en forma de danza, caza y charla. El movimiento constituye una actividad básica e indispensable, no sólo para los humanos, sino que también lo es para todos los seres vivos y sunecesidad tiene un mayor énfasis en las dos edades más distanciadas entre sí: “la infancia y la senectud”. En la infancia, la actividad motriz influye, de forma decisiva, en la conducta futura del niño, mientras que en el anciano es un poderoso acicate para conservar el mayor tiempo posible las funciones implicadas y relacionadas con el mantenimiento de la vida.
En el niño y el adolescente laactividad física se puede realizar de diversas maneras: como educación física, juego, deporte recreativo o como deporte de alto
rendimiento. Actualmente se discrepa en lo referente al deporte de alto nivel, especialmente cuando su iniciación es demasiado temprana, cuestionándose la especialización deportiva de gran rendimiento cuando el organismo no se encuentra todavía maduro para soportarentrenamientos intensivos, ni, menos aún, las situaciones estresantes de la competición.
Es obvio, pues, que los niños y niñas con buena forma física son más felices, están más sanos, duermen bien, se recuperan rápidamente de heridas y enfermedades, se mueven mejor y disfrutan mucho más de la vida. Además, mentalmente, están más despiertos y nos conducen a un adulto con mejor salud y una vida más larga.“Historia literaria desideretur” (o, en buen romance, “se echa de menos una historia literaria”), lamentaba Francis Bacon en el siglo XVII, mucho antes de que aparecieran las primeras historias modernas de la literatura. Pocos fenómenos literarios más interesantes, justamente, que el de historiar la literatura. ¿Cómo se escribe, en efecto, una historia literaria? Tan habituados estamos a ellaque damos por hecha una serie de supuestos que merecerían una reflexión más detenida. Por ejemplo, nos parece de lo más normal que la historia literaria proceda por nacionalidades: historia de la literatura francesa, inglesa, española, mexicana, chilena, etcétera (naturalmente, la historia literaria, hija del Romanticismo, supone que en la literatura se expresa el ser particular de un pueblo onación y que en ella encontrará rasgos únicos y distintivos). Ahora bien, supongamos por un momento que un buen día decidiéramos que ya no es posible estudiar la literatura mexicana en su conjunto (¿cómo reducir esa pluralidad, lo escrito en Tijuana y lo escrito en Tuxtla, a un solo discurso?, ¿no es, bien visto, absurdo?) y que a partir de ahora habría que estudiarla por estados. Habría, así, unaliteratura quintanarroense (claramente diferenciable, por supuesto, de la yucateca o campechana), una literatura tabasqueña, otra chiapaneca, una colimense, otra michoacana, una hidalguense... Bueno, la misma idiotez es la que aceptamos sin problemas cuando dividimos la literatura escrita en lengua española en española, mexicana, guatemalteca, nicaragüense, venezolana, colombiana, ecuatoriana, peruana,chilena, argentina, etcétera (lo que hay en el fondo, si es que hay algo, es una literatura hispánica, desde el Cid hasta el último poema o novela escritos en español en Los Ángeles y, si me apuran, lo que verdaderamente hay es una literatura románica, escrita principalmente en portugués, español, francés e italiano, para no meternos en honduras de la Weltliteratur que postulaba Goethe...).Antes, en los buenos tiempos de la historia literaria, este tipo de obras era el resultado de un esfuerzo, ciertamente titánico, de un solo individuo. Así la Historia de la literatura francesa de Lanson, la Historia de la literatura inglesa de Saintsbury, la Historia de la literatura italiana de De Sanctis (aun hace no mucho Martín de Riquer compuso, junto con José María Valverde, una ambiciosa y...
Regístrate para leer el documento completo.