Introducción (El nombre del viento)

Páginas: 11 (2618 palabras) Publicado: 16 de octubre de 2013
Era una noche de Abatida, y la clientela habitual se había reunido en la Roca
de Guía. No podía decirse que cinco personas formaran un grupo muy numeroso,
pero últimamente, en los tiempos que corrían, nunca se reunían más de cinco
clientes en la taberna.
El viejo Cob oficiaba de narrador y suministrador de consejos. Los que estaban
sentados a la barra bebían y escuchaban. En la cocina,un joven posadero, de pie
junto a la puerta, sonreía mientras escuchaba los detalles de una historia que ya
conocía.
—Cuando despertó, Táborlin el Grande estaba encerrado en una alta torre. Le
habían quitado la espada y lo habían despojado de sus herramientas: no tenía ni la
llave, ni la moneda ni la vela. Pero no creáis que eso era lo peor... —Cob hizo una
pausa para añadir suspense—¡porque las lámparas de la pared ardían con llamas
azules!
Graham, Jalee y Shep asintieron con la cabeza. Los tres amigos habían
crecido juntos, escuchando las historias que contaba Cob e ignorando sus consejos.
Cob miró con los ojos entrecerrados al miembro más nuevo y más atento de su
reducido público, el aprendiz de herrero.
—¿Sabes qué significaba eso, muchacho? —Llamaban «muchacho» alaprendiz de herrero, pese a que les pasaba un palmo a todos. Los pueblos
pequeños son así, y seguramente seguirían llamándolo «muchacho» hasta que
tuviera una barba poblada o hasta que, harto de ese apelativo, hiciera sangrar a
alguien por la nariz.
El muchacho asintió lentamente y respondió:
—Los Chandrian.
—Exacto —confirmó Cob—. Los Chandrian. Todo el mundo sabe que el fuego
azules una de sus señales. Pues bien, estaba...
—Pero ¿cómo lo habían encontrado? —lo interrumpió el muchacho—. Y ¿por
qué no lo mataron cuando tuvieron ocasión?
—Cállate, o sabrás todas las respuestas antes del final —dijo Jake—. Deja que
nos lo cuente.
—No le hables así, Jake —intervino Graham—. Es lógico que el muchacho
sienta curiosidad. Bébete tu cerveza.
—Ya me la he bebido —refunfuñóJake—. Necesito otra, pero el posadero está
despellejando ratas en la cocina. —Subió la voz y golpeó la barra de caoba con su
jarra vacía—. ¡Eh! ¡Aquí hay unos hombres sedientos!
El posadero apareció con cinco cuencos de estofado y dos hogazas calientes
de pan. Les sirvió más cerveza a Jake, a Shep y al viejo Cob, moviéndose con vigor
y desenvoltura.
Los hombres interrumpieron el relatomientras daban cuenta de la cena. El
viejo Cob se zampó su cuenco de estofado con la eficacia depredadora de un soltero
de toda la vida. Los otros todavía estaban soplando en su estofado para enfriarlo
cuando él se terminó el pan y retomó la historia.
—Táborlin tenía que huir, pero cuando miró alrededor vio que en su celda no
había puerta. Ni ventanas. Lo único que había era piedra lisa ydura. Una celda de la 12
que jamás había escapado nadie.
»Pero Táborlin conocía el nombre de todas las cosas, y todas las cosas
estaban a sus órdenes. Le dijo a la piedra: "¡Rómpete!", y la piedra se rompió. La
pared se partió como una hoja de papel, y por esa brecha Táborlin vio el cielo y
respiró el dulce aire primaveral. Se acercó al borde, miró hacia abajo y, sin
pensárselo dosveces, se lanzó al vacío...
El muchacho abrió mucho los ojos.
—¡No! —exclamó.
Cob asintió con seriedad.
—Táborlin se precipitó, pero no perdió la esperanza. Porque conocía el nombre
del viento, y el viento le obedeció. Le habló al viento, y este lo meció y lo acarició. Lo
bajó hasta el suelo suavemente, como si fuera un vilano de cardo, y lo posó de pie
con la dulzura del beso de una madre.»Y cuando Táborlin llegó al suelo y se tocó el costado, donde lo habían
apuñalado, vio que no tenía más que un rasguño. Quizá fuera cuestión de suerte —
Cob se dio unos golpecitos en el puente de la nariz, con aire de complicidad—, o
quizá tuviera algo que ver con el amuleto que llevaba debajo de la camisa.
—¿Qué amuleto? —preguntó el muchacho intrigado, con la boca llena de
estofado....
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