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La familia tenía cuatro miembros. El padre: alto, fuerte y bondadoso. La madre: menuda, sonriente y amorosa. La hija: inteligente, atenta y cuidadosa. Y el hijo: pequeño, intrépido y juguetón.
Todos vivían juntos en un departamento de la ciudad lo suficientemente grande para que los hijos disfrutaran de una habitación propia. Este tenía vistas a una de las avenidas más grandes del lugar,pero afortunadamente se encontraba alto y el ruido no era una molestia.
Los chicos acudían diariamente al colegio, ella a la secundaria y él a la primaria. El padre era boxeador y la madre, chef. Como familia se querían mucho y se llevaban bastante bien. Eran unidos y cercanos. Los lunes tenían noche de películas y la mayoría de los viernes salían a cenar.  Reían, jugaban y en ocasiones se poníaserios para discutir temas importantes. 
Cierto día, mientras almorzaban y el televisor se hallaba encendido, una noticia poco amigable les llamó la atención. Trataba sobre un tipo que llevaba escondida un arma entre sus ropas y mataba a las personas sin razón aparente. La imagen tenía inscripta en letras rojas la palabra: buscado. 
Ni que hablar de lo mucho que se disgustó la madre y latensión que recorrió los músculos del padre. Los ojos de la hija observaban atentamente, estudiando el rostro de la fotografía que aparecía en pantalla, no era nítido, pero lo recordaría. Y el menor no tenía demasiada noción de lo que estaba ocurriendo.
Decidieron apagar el aparato y continuar su comida sin pensar en ello, cosa que no fue para nada fácil. Prácticamente se podría decir que el almuerzoestaba arruinado. 
En los días que siguieron ese anuncio, ambos padres se afanaron en acompañar sus niños a la escuela y llevarlos en persona a donde necesitaran.  No querían dejarlos solos en ningún momento.
Pasados dos meses sin saber nada acerca del asesino, y viviendo en una ciudad tan grande, la hija decidió que sus padres ya eran lo suficientemente pesados como para, encima, hacerle deniñera. Así que decidió volver caminando del colegio. Sabía que su padre tardaría varios minutos en aparecerse, y que debía esperarlo allí, pero arrancó sin miramientos. 
Cuando por fin metió la llave en la cerradura de la puerta de abajo, sintió que un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras en aliento dulzón chocaba contra su cuello. Inmediatamente se dio la vuelta y se quedó petrificada alreconocer al asesino de la foto en la televisión. Quiso gritar, pero le fallaba el aire. Se puso tensa automáticamente.

Los ojos del tipo la miraban con vehemencia, eran de un extraño color amarillo. Ni siquiera parecían humanos. Experimentó una sensación hipnótica, su cuerpo no respondía las órdenes de su cerebro. Logró articular las palabras “¿Por qué?” cuando sintió el peso de la pistola sobresu pecho.
Estaba a punto de morir. El miedo inundaba sus venas. La presión del arma aumentó, escuchó el “Crack”, sólo le faltaba jalar el gatillo. Las lágrimas comenzaron a resbalar silenciosamente por sus mejillas. Era el fin, todo terminaría pronto. Y entonces…
Su padre apareció de la nada y tumbó al tipo en el piso. El arma se disparó, pero la bala se perdió en la inmensidad del cielo. Leinmovilizó las piernas y comenzó a golpearlo con sus enormes brazos de boxeador. A ella le tomó algunos segundos volver a ser dueña de sí misma.
¡BASTA! grito, tan agudamente que su padre se cortó en seco, con la mano hecha un puño y ensangrentada a 20 centímetros del rostro del asesino.
Se acercó a ellos lentamente y tocó el hombro del boxeador con dulzura. Su padre relajó el brazo.
Estehombre no sabe lo que hace dijo, lo vi en sus ojos cuando estaba a punto de matarme no pudo evitar que su voz temblara ante aquella palabra- Dudo que sea consciente de lo que ha provocado.
Casi te mata dijo el padre. Y yo no vi a nadie que le estuviera obligando a ello replicó.
Sus ojos son amarillos. Si todavía puede ponerse en pie, lo seguiremos, a ver a dónde va.
No. Es peligroso....