Isabel Allende

Páginas: 73 (18054 palabras) Publicado: 27 de junio de 2015
El despertar
Capítulo XI
Alrededor de los dieciocho años Alba abandonó definitivamente la infancia. En el
momento preciso en que se sintió mujer, fue a encerrarse a su antiguo cuarto, donde
todavía estaba el mural que había comenzado muchos años atrás. Buscó en los viejos
tarros de pintura hasta que encontró un poco de rojo y de blanco que todavía estaban
frescos, los mezcló con cuidado y luegopintó un gran corazón rosado en el último
espacio libre de las paredes. Estaba enamorada. Después tiró a la basura los tarros y
los pinceles y se sentó un largo rato a contemplar los dibujos, para revisar la historia
de sus penas y alegrías. Sacó la cuenta que había sido feliz y con un suspiro se
despidió de la niñez.
Ese año cambiaron muchas cosas en su vida. Terminó el colegio y decidióestudiar
filosofía, para darse el gusto, y música, para llevar la contra a su abuelo, que
consideraba el arte como una forma de perder el tiempo y predicaba incansablemente
las ventajas de las profesiones liberales o científicas. También la prevenía contra el
amor y el matrimonio, con la misma majadería con que insistía para que Jaime se
buscara una novia decente y se casara, porque se estaba quedandosolterón. Decía
que para los hombres es bueno tener una esposa, pero, en cambio, las mujeres como
Alba siempre salían perdiendo con el matrimonio. Las prédicas de su abuelo se
volatilizaron cuando Alba vio por primera vez a Miguel, en una memorable tarde de
llovizna y frío en la cafetería de la universidad.
Miguel era un estudiante pálido, de ojos afiebrados, pantalones desteñidos y botas
de minero,en el último año de Derecho. Era dirigente izquierdista. Estaba inflamado
por la más incontrolable pasión: buscar la justicia. Eso no le impidió darse cuenta de
que Alba lo observaba. Levantó la vista y sus ojos se encontraron. Se miraron
deslumbrados y desde ese instante buscaron todas las ocasiones para juntarse en las
alamedas del parque, por donde paseaban cargados de libros o arrastrando elpesado
violoncelo de Alba. Desde el primer encuentro ella notó que él llevaba una pequeña
insignia en la manga: una mano alzada con el puño cerrado. Decidió no decirle que era
nieta de Esteban Trueba y, por primera vez en su vida, usó el apellido que tenía en su
cédula de identidad: Satigny. Pronto se dio cuenta que era mejor no decírselo tampoco
al resto de sus compañeros. En cambio, pudo jactarsede ser amiga de Pedro Tercero
García, que era muy popular entre los estudiantes, y del Poeta, en cuyas rodillas se
sentaba cuando niña y que para entonces era conocido en todos los idiomas y sus
versos andaban en boca de los jóvenes y en el graffiti de los muros.
Miguel hablaba de la revolución. Decía que a la violencia del sistema había que
oponer la violencia de la revolución. Alba, sinembargo, no tenía ningún interés en la
política y sólo quería hablar de amor. Estaba harta de oír los discursos de su abuelo, de
asistir a sus peleas con su tío Jaime, de vivir las campañas electorales. La única
participación política de su vida había sido salir con otros escolares a tirar piedras a la
Embajada de los Estados Unidos sin tener motivos muy claros para ello, debido a lo
cual la suspendierondel colegio por una semana y a su abuelo casi le da otro infarto.
Pero en la universidad la política era ineludible. Como todos los jóvenes que entraron
ese año, descubrió el atractivo de las noches insomnes en un café, hablando de los
La casa de los espíritus
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cambios que necesitaba el mundo y contagiándose unos a otros con la pasión de las
ideas. Volvía a su casa tarde en lanoche, con la boca amarga y la ropa impregnada de
olor a tabaco rancio, con la cabeza caliente de heroísmos, segura de que, llegado el
momento, podría dar su vida por una causa justa. Por amor a Miguel, y no por
convicción ideológica, Alba se atrincheró en la universidad junto a los estudiantes que
se tomaron el edificio en apoyo a una huelga de trabajadores. Fueron días de
campamento, de...
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