It's me

Detuve mi paso acelerado. Subí mi rostro para contemplar el lugar. Las risas de los niños y sus vocecitas finas llenas de inocencia y esperanza me tranquilizaron. Leí las letras que se estampaban en la ventana.
Freddy fazbear’s pizza.
En el interior, divisé a los animatrónicos. Esos pobre muñecos de metal obligados a cantar las mismas canciones, día tras día, y sin baño. No me gustaba lafalsa seguridad que les proporcionaban a los padres mientras estos trabajaban y dejaban a sus hijos en la pizzería, no…
Alguien tenía que alertarlos.
Alertarlos de lo que se venía.
Sobre todo para sus hijos.
Me escondí en el callejón al lado del restaurante, y esperé a que anocheciera para comenzar el plan. Alertar a los padres. Cambiar a los animatrónicos. Matar.
Este día de 1987 marcará lahistoria.


Pronto se volvieron las 12:00 pm. Salí de mi escondite. Contemplé la luna.
Contemplé los pocos niños que aún quedaban en la pizzería. Los conté uno por uno, eran 5 hermosos niños en total. Uno de ellos me llamó mucho la atención. Pequeño rubio de ojos verdes, ropas sencillas, sonrisa preciosa.
Mi precioso.
Tomé el traje de ese gran oso de felpa horrendo que confeccioné para mí mismo.Se hacía llamar Freddy, y los niños lo adoraban.
Si yo era Freddy, los niños me adorarían.
Adoro a los niños.
Me coloqué la máscara primero. No pude evitar sonreír ampliamente. Veía perfectamente a los niños sentados en un círculo, escuchando atentamente a los animatrónicos cantar y bailar como idiotas. Suenan oxidados. Puedo distraerlos. Y así estaré solo con los niños.
Y mi precioso.
Mecoloqué el resto del disfraz. Hacía un calor infernal, pero no me importaba. Todo fuera por tener a ese pequeño entre mis brazos.
Entré en la pizzería con sigilo, para que los animatrónicos no pudieran verme. Tenían una visión muy vaga, así que se me hizo fácil estar fuera de su visión periférica. Toqué el hombro del pequeño rubio, y sonrió al verme.
–Freddy– dijo con alegría.
Me llevé un dedo ala boca para que hiciera silencio, y él imitó mi gesto. Tan adorable. Tan puro.
– ¿Tus amigos y tú quieren jugar? –pregunté sin ser capaz de ocultar mi entusiasmo.
Su cara se iluminó como si le hubiese ofrecido dulces gratis, y asintió con todas sus fuerzas. Se acercó a los otros cuatro niños, y les preguntó lo mismo. Todos reaccionaron igual.
–Síganme. –susurré, caminando hacia el pasillo,divisándolos detrás de mí.
Caminaron en fila detrás de mí, hasta que conseguí un lugar adecuado. Era una habitación amplia, perfecta, los animatrónicos no podrían escucharlos gritar allí. Me pareció que era el salón de fiestas.
Cerré la puerta detrás de nosotros, y me encargué de que estuviera bien asegurada, así nadie nos interrumpiría.
Miré a los niños nuevamente, uno por uno. Mi vista se perdióen mi pequeño rubio, quien alzaba los brazos para darme un abrazo, mientras repetía eufóricamente “Freddy”.
Me adora.
Es mío.
Con delicadeza, retiro la máscara de mi cabeza, permitiéndoles ver mi cabello negro azabache, y las múltiples cicatrices que tenía en el rostro. El horror se dibujó en sus rostros, incluyendo el rostro de mi pequeña joya. ¿Cuántos años tenía mi pequeñín? ¿10? ¿11?Acaricié su mejilla, estaba completamente helado de miedo. Entendieron todo cuando me vieron sacar el cuchillo de uno de mis bolsillos.
Me acerqué al primero, quien había empezado a llorar. Hacía demasiado ruido. Los demás observaban con miedo. Hundí el cuchillo profundamente en su cuello, una y otra vez. Cayó inerte en el suelo. Sonreí.
El segundo lo recuerdo muy bien. Corrió hacia mí y me golpeó,diciéndome que los dejara en paz. Debía tener unos 9 años, era muy inteligente. Lo sostuve del brazo, y apreté con todas mis fuerzas. Chilló para que lo dejara ir.
A ese le corté la garganta. Fue un movimiento rápido y preciso. Se desangraba muy rápido, y en un abrir y cerrar de ojos estaba muerto.
Mi rubio observaba con atención, y había comenzado a soltar un par de lágrimas, pero sin hacer...