Ivan elinvecil
León Tolstoi
I
En una comarca de cierto reino vivía un rico mujik.
Este mujik tenía tres hijos: Seman el Guerrero, Tarass el Barrigudo, Iván el Imbécil y una hija muda, llamada Malania.
El primero fue a guerrear por el zar, Tarass se trasla¬dó a la ciudad vecina, colocándose en un comercio, e Iván el Imbécil quedó con su hermana al frente de la casa.
Seman el Guerrerologró un alto grado y una propie¬dad territorial en recompensa de sus servicios y casó con la hija de una barinia. Su crecido sueldo y las rentas de su extenso dominio no fueron parte a evitar que viviera en la estrechez, pues cuanto dinero ingresaba era despil-farrado por su esposa.
Seman fue a sus tierras para cobrar las rentas, y su administrador le dijo:
—No hay nada que cobrar. Nuestro ganado noha te¬nido crías, ni tenemos caballos, ni bueyes, ni arado. Hay que comprarlo todo, y así habrá rentas.
Entonces Seman fue a casa de su padre el mujik.
—Tú —le dijo— eres rico y nada me has dado: entré¬game el tercio de tu fortuna que me corresponde, para emplearlo en mis tierras.
A lo cual respondió el anciano:
—¿Cómo quieres que te entregue el tercio de mis bie¬nes, si tú, en cambio, nadahas traído a casa? Eso sería perjudicar a Iván y a mi hija.
Seman repuso:
—Mi hermano es imbécil y mi hermana muda. ¿Qué falta les hace el dinero?
—Pues bien —exclamó el viejo—, se hará lo que diga Iván. Iván dijo entonces:
—¡Bueno! Que lo tome.
Seman el Guerrero tomó una parte del patrimonio, la empleó en sus fincas y se volvió a servir al zar.
Tarass, el Barrigudo, ganó también mucho dineroy se casó con la hija de un comerciante, pero siempre estaba apurado.
Como su hermano, fue también en busca de su padre, y le dijo:
—Dame mi parte.
El viejo no se allanó tampoco a entregar a Tarass la parte que le pedía.
—Tú —le dijo— nada nos has traído; todo cuanto hay en casa lo ha ganado Iván, y no puedo perjudicarle ni tam¬poco a mi hija.
—¿Y para qué necesita Iván el dinero? —repusoTa¬ras—. Es imbécil y no podrá casarse, porque ninguna mu¬chacha le querrá por esposo. Una joven muda tampoco necesita nada... Dame, Iván —añadió—, la mitad del tri¬go, quédate con los aperos de labranza, y del ganado só¬lo quiero el caballo gris que no te sirve para la labor.
—¡Bueno!
Y Tarass tuvo también su parte. Llevó el trigo a la ciu¬dad y se apropió el caballo gris, mientras Iván, al quesó¬lo quedó una yegua vieja, labraba la tierra y mantenía a sus padres.
II
Muy apenado estaba el viejo diablo porque los tres her¬manos no riñeron durante todo este negocio y se habían separado en paz y en gracia de Dios. Entonces llamó a tres diablillos, y les dijo:
—Escuchad: Hay tres hermanos, Seman el Guerrero, Tarass el Barrigudo e Iván el Imbécil, a los cuales con¬viene hacer que sedisgusten entre sí, y viven, sin embar¬go, en perfecto acuerdo. El Imbécil es el que me ha es¬tropeado el asunto. Id, coged a los tres y arreglaos de manera que se salten los ojos... ¿Podéis hacerlo?
—Ya lo creo que podemos —exclamaron.
—¿Y cómo os la vais a componer?
—He aquí lo que vamos a hacer. Comenzaremos por arruinarles para que no tengan qué comer, luego los jun¬taremos, y entonces reñirán.—Está bien —dijo el diablo—; veo que estáis al tanto de vuestro oficio. Id y no volváis hasta que se maten, por¬que de otro modo vais a pagarlo con la piel.
Los diablillos no se lo hicieron repetir dos veces y par¬tieron a los pantanos para deliberar sobre las medidas necesarias. Se discute; cada cual quiere reservarse la ta¬rea más fácil. Se echan suertes para determinar lo que ca¬da uno ha dehacer, conviniendo que el que acabe antes su trabajo vendrá a ayudar a sus compañeros. Echadas suertes, se fija el día en que se reunirán de nuevo para sa¬ber quién ha concluido antes y a quién habrá que prestar auxilio.
Llegado el día convenido, se reunieron en el propio si¬tio los diablillos y comenzaron a hablar de su empeño. El primero habló de Seman.
—Mi tarea —dijo— está en buen...
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