Jacinto Noguera

La escritura de Jacinto Noguera
son unas memorias de La Grita

Entre el amor, la picaresca, lo religioso
y las costumbres de esos tiempos andinos

HUGO COLMENARES

S
IEMPRE regreso a leer La palabra absuelta, del escritor búlgaro Elías Canetti, Premio Nobel 1981, porque me permite en esas estampas europeas, en esas tiendas de cereales, en esas voces de la infancia, encontrarme al otrolado de la memoria y la fantasía, a la lejana y además ensimismada evocación, de La Grita que está plena en mis alma y los sentidos.
Canetti es de la riqueza cultural sefardí, con un paisaje en la palabra que evoca pasajes de la Tierra Sagrada, de la tradición y la familia. No pierde detalles de esos días del niño que va a la escuela y regresa para ver desde la ventana, el paso de los músicos, delos malabaristas, los gitanos. Sentir luego que esas estampas se quedan muy vivas en sus recuerdos y sueños.
Jacinto Noguera me lleva en sus páginas por las calles de La Grita, en la región andina del Táchira, donde aún está mis primeros días de la escuela, la entrada a los templos católicos, el juego con los amigos en la escuela Corazón de Jesús y reconocer en la distancia, que ese mundoespiritual está intacto, aunque la estructura física tenga otros pareceres.
Recuerdo cuando Jacinto llegaba a la entonces Iglesia del Santo Cristo de La Grita, acompañado de su esposa Liria Ostos Contreras y él ejecutaba el órgano eléctrico. Seguía los pasos de la Sagrada Eucaristía, con cantos propios de la liturgia. Un Padre Nuestro en latín o un villancico para escuchar el coro de las niñas.
Yase puede apreciar en Jacinto José Noguera Pérez, un buen pulso en las crónicas regionales, en esas memorias que van de casa en casa y que él plasma en el papel.
El autor nació en Omuquena, 1935, es tierra caliente, de serpientes, que trata de mirar lejanías alumbradas por el Relámpago del Catatumbo. En ese tiempo no había carretera y con caballos y mulas bien ensilladas, el camino se hacía haciaLa Grita, desde las cinco de la madrugada y se llegaba casi a la medianoche. Esos pasos de El Tesoro, donde dicen hay una ciudad dorada perdida o arropada por la tierra o árboles milenarios. Se seguía por Santo Domingo y luego el sonido de casquillos, el olor a sudor intenso y las oraciones para agradar al Altísimo, “porque por fin llegamos…”
Hizo estudios de primaria en Omuquena, La Grita y SanCristóbal, donde a muy corta edad, ya andaba en el seminario diocesano o de los eudistas, leyendo a los clásicos griegos, latinos, el romanticismo francés y las novelas españolas.
-En el Seminario Santo Tomás de Aquino, que quedaba en la propia ciudad de San Cristóbal, en La Romera, sentía una vocación sacerdotal.
—¿Sólo el llamado religioso?
—Cursé estudios con los Hermanos de La Salle.Culminé las materias de filosofía, teología. La escolástica de esos tiempos tenía un sentido profundamente humano, bíblico y era una pasión llegar a los conocimientos. Estudié en Bogotá y en Manizales, Colombia, donde cultivé el sentido musical y el canto. Luego recibí mis credenciales universitarias en ciencias veterinarias. Y lo digo con orgullo, un zootecnista, porque me marcó el origen de la tierraque me vinculaba a la tierra y la ganadería.
—¿Qué pasó con ese sentido de la mística en San Agustín y Santo Tomás de Aquino?
—No cuajó esa mirada religiosa, porque no tenía la fuerza de vocación que es un llamado o revelación muy especial.
—A la edad madura, ¿aparece la escritura?
—Desde mis años del seminario menor ya escribía, participaba en concursos, publicaba en murales escolares.Recuerdo el sacerdote y luego obispo de la ciudad de Calabozo, Helimenas Rojo, me decía que debía “escribir con más frecuencia y leer con más pasión…”
—¿Ejecutaba el órgano y el armonio por una vocación musical postergada?
—Me he centrado en conocer la vida y obra del alemán Juan Sebastián Bach, porque es la expresión espiritual religiosa más consagrada, de mayor virtud. Ejecuto la guitarra, el...