Capítulo 6 Desde la distancia pude comprobar que la construcción de la catedral de Kerloc'h prácticamente había finalizado, al menos en lo que a su estructura se refiere. Quedaban por rematarlas bóvedas y la techumbre, así como la torre del campanario, pero todo lo demás parecía acabado. Aunque me encontraba demasiado lejos para apreciar los detalles, aquel templo me produjo unagran impresión. Estaba construido en piedra caliza gris y la fachada principal, orientada hacia el oeste, mostraba un gran pórtico ojival sobre el que se abría un enorme rosetón de cristalescoloreados. A ambos lados del edificio surgían una serie de arcos arbotantes que acababan descansando sobre puntiagudos pináculos de carga. En el extremo este del edificio, justo sobre el coro,se alzaba la torre del campanario. Pese a no estar aún concluida, y aunque los andamios que la rodeaban me impedían verla con claridad, advertí al instante que aquella torre era enorme. Debíade medir unas ciento cuarenta varas en su actual estado, y aún mayor sería su altura cuando estuviera concluida. Al principio, la catedral me pareció fea y desproporcionada, pero luego, trascontemplarla con más atención, comencé a descubrir en ella una rara belleza que nada tenía que ver con la armonía, sino más bien al contrario, con la desmesura y el desequilibrio. Nos pusimosen marcha de nuevo y comenzamos a recorrer en silencio el camino que descendía hacia la playa y acababa conduciendo a Kerloc'h. Entre el mar y el bosque se extendía una amplia franja deterreno despejado y allí, a la orilla del camino, había un patíbulo del que pendían, colgados por el cuello, dos cadáveres ya muy descompuestos. Al pie de la horca, un cartel rezaba: voleurs(ladrones). Un cuervo se había posado sobre uno de los ennegrecidos cuerpos y picoteaba nerviosamente jirones de carne putrefacta. Reprimí una arcada y aparté la vista. —Los aquilanos no se andan c
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