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Propuestas verdes a favor de Guayaquil
Al recorrer a pie parches del bosque seco de Guayaquil en lo alto y profundo de la cordillera Chongón-Colonche y al dejarse llevar, en canoa, por la mansacorriente de uno de los estuarios del estero Salado que convive con bosque de manglar, Nancy Hilgert y Eric Horstman no solo rememoran cómo eran estos ecosistemas cuando ellos arribaron a la ciudad,hace 38 y 24 años, respectivamente, sino que exponen las medidas que, consideran, deberían aplicarse para salvarlos.
Están familiarizados con el aullar de los monos, que a lo lejos anuncian que elbosque seco es su hogar; con el crujir de las grandes hojas color marrón, de las que cada seis meses los árboles de ese ecosistema deben despojarse para sobrevivir en la temporada sin lluvias; y tambiéncon los olores, algo putrefactos, del estero Salado.
Pese a que no nacieron en Guayaquil –Eric es estadounidense y Nancy nació en Perú, pero se nacionalizó ecuatoriana–, se han dedicado a laconservación de estas áreas naturales. Horstman, del bosque seco, a través de la fundación Pro-Bosque que administra Cerro Blanco; y Hilgert, tanto del bosque seco como del manglar, desde la cátedra,diversas ONG y cargos públicos.
Este Diario los convocó a recorrer estas áreas naturales para que las evalúen. En las visitas surgieron propuestas para restaurarlos, algo que a criterio de Hilgert “es unanecesidad para mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos”. Lo dice a medida que la canoa se abre paso por el estero bordeado de mangles donde se ve a cormoranes, reinitas de manglar y garzas.Proponen conectar los bosques protectores que quedan aislados en medio de la ciudad y para ello plantean opciones como puentes de dosel (conectar porciones de bosque a través de las copas de losárboles), pases subterráneos, para que la fauna terrestre se movilice, y regenerar zonas para conformar corredores ecológicos.
Uno, conectando los bosques protectores Cerro Blanco, Papagayo de Guayaquil,...