Javite
Buenos días a todos.
Para mi es un placer poder dirigirme a ustedes y hablar de algo que me apasiona tanto, como es el hablar en contra del aborto quetambién significa hablar de valores, conciencia, moral, y compromiso, y eso, en los tiempos que vivimos, empieza a escasear de manera preocupante. Y no hablo sólo de valores religiosos, que sonigualmente honorables, sino de valores morales, de compromiso con los demás, y de compromiso con la verdad y con la libertad.
Mis palabras de hoy no están guiadas por lo políticamente correcto, sino quepor la libertad de expresión por eso comenzare por llamar a las cosas por su nombre: el aborto es una conducta encaminada, objetivamente, a acabar con una vida. Hay quienes valoran la vida en funciónde parámetros como la situación económica, el desarrollo orgánico, las posibilidades de supervivencia, o. Muchos hablan y discuten sobre si el embrión es humano, sobre si se puede considerar personaa un feto, pero nadie se atreve a contradecir, racionalmente, científicamente, que desde la concepción, existe vida, que desde la concepción, zigoto, embrión y feto, son seres vivos, el mismo y únicoser vivo, con un código genético único e irrepetible. Ánimo a muchos a que miren una ecografía de una mujer embarazada y me digan si lo que ven es un ser vivo o no, les animo a que escuchen loslatidos monitorizados de un feto y me digan si eso es vida o no. Pero algunos, como digo, le ponen etiquetas a la vida, la califican de buena, mala, digna, indigna, dependiente o autónoma.
Sin embargo,para muchas personas, entre los que me cuento, la vida es un valor en sí mismo. El más alto valor a proteger. Esa y no otra es la premisa básica de la que nacen después otros derechos. No hay derechomás importante que el derecho a la vida. No hay seres vivos que merezcan morir, no hay seres vivos indignos, “viables” o “inviables”. Una sociedad que califica la vida, que la etiqueta, que la...
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