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Charles Taylor y el Tratado sobre el Comercio de ArmasPor Brian Wood, responsable de Armas bajo Control, Amnistía Internacional
El impacto de un comercio de armas irresponsable es devastador. © APGraphics Bank
Mientras prosigue el debate acerca de si Charles Taylor habrá de cumplir su condena  en una prisión británica o en otro lugar, debería ser mucho más importante la discusión sobre lamanera en que se podría haber impedido que el ex presidente de Liberia fuera cómplice en tales atrocidades en su día.Como responsable de Armas bajo Control de Amnistía Internacional, llevo dos decenios investigando y tratando de sacar a la luz el devastador impacto de un comercio de armas manifiestamente irresponsable y, en ocasiones, ilegal, un comercio que ha alimentado algunas de las más gravesatrocidades en el mundo, como los homicidios, las violaciones y las mutilaciones de las que hemos tenido noticia durante los conflictos de Sierra Leona, Liberia y otros lugares.
Lo que siempre ha sido es que el mundo no debe esperar a que las armas alimenten una crisis de derechos humanos de proporciones catastróficas para que las grandes potencias tomen cartas en el asunto. Las acciones del Consejode Seguridad son beneficiosas, pero a menudo llegan tarde. Ha llegado la hora de que el mundo rechace el “enfoque post-mortem” para el control de armas.Durante el verano de 2000, presenté datos en una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se trató cómo los ingresos ilícitos por diamantes se convertían en adquisiciones de armas. Esta sesión en la ONU no sólo fue la primera queintentó entender un problema que perpetuaba el conflicto, sino que también marcó un hito al producir datos y reconocimiento oficial de las deficiencias de las normas y reglamentos existentes en materia de comercio de armas.Durante la vista celebrada en la ONU en el año 2000, varias cosas quedaron claras. En primer lugar, las armas letales y las armas peligrosas que alimentaban el conflicto en SierraLeona eran objeto de comercio y entrega no sólo en un nivel nacional o incluso regional sino global. En segundo lugar, la ausencia de normas internacionales jurídicamente vinculantes que regulen las exportaciones de armas supuso que de hecho no se hizo nada para detener el flujo de armas a Sierra Leona; lo único que hubo fue un embargo de armas decretado por la ONU acordado finalmente seis años mástarde. En tercer lugar, una vez impuesto, el embargo de la ONU fue burlado en gran medida, en parte por la debilidad y la deficiente aplicación de los sistemas nacionales de control de armas. Las deficiencias en las inspecciones de aduanas y en los registros públicos y la ausencia de verificación de la documentación comercial permitían que armas procedentes de arsenales de la antigua Unión Soviéticaen países en el este de Europa, como Eslovaquia y Ucrania, llegaran con facilidad a Charles Taylor a través de los Estados cómplices de Burkina Faso y Costa de Marfil.
Los tratos se concretaban a través de intermediarios del comercio de armas de Israel, Kenia, Países Bajos, Rusia, Sudáfrica y Ucrania, pero las lagunas jurisdiccionales permitieron que nadie fuera juzgado en su momento. Lasdeficiencias en cuanto a registro y control de los transportistas aéreos y marítimos permitían el uso de compañías de Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido para despachar las armas. Mientras tanto, los pagos efectuados con los ingresos obtenidos gracias al comercio ilícito de diamantes de Sierra Leona se encauzaban a través de cuentas bancarias abiertas en lugares tan lejanos como Singapur,Chipre y Estados Unidos, sin investigación. Ahora sabemos que esta cadena de fallos contribuyó en gran medida a los horrores de la guerra civil de Sierra Leona. Decenas de miles de civiles perdieron la vida y un número muy superior resultaron mutilados o heridos, miles de mujeres fueron violadas, más de 5.000 niños y niñas fueron reclutados por la fuerza como niños soldados y más de un tercio de...