Jesu S Y Las Mujeres Encontrarlo Seguirlo Ser Sus Testigos
Ana Cristina Villa Betancourt
Texto completo correspondiente a una conferencia pronunciada en la Asamblea General del
Centenario de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, Jerusalén, 6 de octubre
de 2010. www.wucwo.org
INTRODUCCIÓN
Ante la enorme tarea de presentar la relación de Jesús con las mujeres,
según aparece enlos Evangelios, en un breve lapso de tiempo, nos vemos
obligados a escoger. Pero ¿con qué criterio hacerlo? Son tantos y tan
hermosos los encuentros de Jesús con las mujeres. ¿Cuál analizar y cual dejar
de lado?
No es difícil encontrar en los evangelios testimonios de la novedosa
actitud del Señor Jesús hacia las mujeres. No es difícil constatar lo que Juan
Pablo II decía al respecto en laMulieris Dignitatem: Jesús «superando las
normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las mujeres
una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo
honraba en la mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en
el amor de Dios.» 1 No es difícil encontrar en «la Palabra de Dios […] el
radical fundamento antropológico de la dignidad de la mujer,indicándonoslo
en el designio de Dios sobre la humanidad.»2 Nuestro Señor es maestro
excelente de la belleza y nobleza de esta dignidad de la vocación de la mujer.
Viendo su actitud y su amor hacia las mujeres, el modo como se acerca a ellas
y las llama, no puede no encenderse nuestro propio corazón ante quien así
nos conoce, quien así nos mira y nos llama también hoy a nosotras, en los
primerosaños del tercer milenio de nuestra fe, en un mundo como el nuestro,
invitándonos a llevarle precisamente a este mundo su mensaje. Estando aquí,
en su tierra, es ocasión privilegiada para encontrarlo, para una vez más
escuchar su voz, renovar nuestra propia vocación a seguirlo y ser sus testigos.
Pero volvamos a Jesús. En los Evangelios encontramos pruebas de Jesús
hablaba públicamente con lasmujeres, para sorpresa de sus discípulos (Jn 4,
27), incluso hablaba con mujeres paganas como la siro-fenicia (Mc 7,24-30).
Permitió que un grupo de mujeres, entre ellas María de Magdala, le siguieran
1
JUAN PABLO II, Carta a las Mujeres, 3.
2
Idem., 6.
y le sirvieran durante su actividad apostólica (Lc 8,1-3). Jesús, además,
entablaba con las mujeres diálogos profundos sobre el reino de Dios,contrario al uso habitual de los rabinos de su tiempo, que lo habrían
considerado algo inútil o inconveniente: «habla con las mujeres acerca de las
cosas de Dios y ellas le comprenden»3. Por ejemplo, la mujer samaritana es
una de las pocas personas que Jesús catequizó individualmente. Otro sería
Nicodemo. Pero la respuesta sincera y activa de la mujer de Sicar (Jn 4,1-42).
contrasta con la fe parcial eimperfecta de Nicodemo (Jn 3,1-15). En la casa de
Betania, a diferencia de su hermana Marta, María se olvida de todo,
preocupada tan sólo de no perder ni una sola palabra del maestro, huésped
suyo. Y Jesús la presenta a ella, una mujer, como el ideal del discípulo, así
como su hermana Marta encarna en Jn 11,21-27 el ideal del creyente. En
efecto, Marta, ante la auto-revelación de Jesús, pronunciasu profesión de fe,
equivalente solamente a la de Pedro en Cesarea de Filipo: «Sí, Señor, yo creo
que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo» (Jn
11,27)4.
Las mujeres no abandonaron a Jesús en las horas últimas y más trágicas
de su vida mortal. Citando nuevamente a Juan Pablo II: «De los apóstoles
sólo Juan permaneció fiel; las mujeres eran muchas. No sólo estaba laMadre
de Cristo y “la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María
Magdalena” (Jn 19, 25), sino que “había allí muchas mujeres mirando desde
lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle” (Mt 27,
55). Como podemos ver, en ésta que fue la prueba más dura de la fe y de la
fidelidad las mujeres se mostraron más fuertes que los apóstoles; en los
momentos de peligro...
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