JEsus el rey
Habían visto de pronto, tras un proceso internoincomprensible, que mi número de ocho cifras era un número primo... y esto les produjo claramente una gran alegría
Y así un gran número de historias donde cada afección neurológica es la base de una inquietante y singular experiencia vital. Un libro que no tiene desperdicio.
so que da nombre al libro habla de un hombre con prosopagnosia, incapaz de reconocer caras:
Pareció también decidir que lavisita había terminado y empezó a mirar en torno buscando el sombrero. Extendió la mano y cogió a su esposa por la cabeza intentando ponérsela. ¡Parecía haber confundido a su mujer con un sombrero! Ella daba la impresión de estar habituada a aquellos percances.
En El hombre que se cayó de la cama, el paciente no reconoce su propia pierna:
Evidentemente una de las enfermeras que debía tener unsentido del humor un tanto macabro se había introducido subrepticiamente en la Sala de Disección, había sacado de allí una pierna y luego se la había metido a él en la cama para gastarle una broma cuando estaba aún completamente dormido. Esta explicación le tranquilizó mucho; pero considerando que una broma es una broma y que aquélla se pasaba ya un poco de la raya, lanzó fuera de la cama aquellapierna condenada. Pero, y en este punto perdió ya el tono coloquial y se puso de pronto a temblar, se puso pálido, cuando la tiró de la cama, sin explicarse cómo, cayó él también detrás de ella... y ahora la tenía unida al cuerpo.
—¡Mírela! —chilló, con una expresión de repugnancia—. ¿Ha visto usted alguna vez algo tan horrible, tan espantoso? Yo creí que un cadáver estaba muerto y se acabó. ¡Peroesto es misterioso! Y no sé... es espeluznante... ¡Parece como si la tuviera pegada!
La asió con las dos manos, con una violencia extraordinaria e intentó arrancársela del cuerpo y al no poder, se puso a aporrearla en un arrebato de cólera.
—¡Calma! —dije—. ¡Tranquilícese! ¡No se ponga así! No debe aporrear esa pierna de ese modo.
—¿Y por qué no? —preguntó irritado, agresivo.
—Porque esapierna es suya —contesté—. ¿Es que no reconoce usted
su propia pierna?
Me miró con una expresión en la que había estupefacción, incredulidad, terror y curiosidad a la vez, todo ello mezclado con una especie de recelo jocoso.
En Reminiscencia nos habla de una mujer a la que sus ataques epilépticos la devolvían al pasado.
La señora O'C., cuando mejoró, y se recuperó del ataque, tuvo un período detristeza y de miedo. «La puerta se está cerrando», decía. «Estoy perdiéndolo todo de nuevo. » Y realmente lo perdió, a mediados de abril cesaron las súbitas irrupciones de sensaciones y música y escenas de infancia, sus súbitos «arrebatos» epilépticos que la llevaban al mundo de la temprana infancia, que eran sin lugar a dudas «reminiscencias», y auténticas,
Asesinato cuenta la historia de Donaldque cometió un asesinato del que no recordaba nada. Hasta que tuvo un accidente de bici en el que se golpeó la cabeza.
Se le interrogó con las debidas precauciones, con el mayor cuidado para evitar cualquier insinuación o sugerencia... y pronto se hizo evidente que se trataba de «reminiscencia» auténtica, aunque incontrolable. Conocía ya hasta los detalles más nimios del asesinato, todos los...
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