Jesus Sanchez Adalid Alcazaba

Páginas: 526 (131384 palabras) Publicado: 6 de octubre de 2015
SINOPSIS

Judit, conocida por todos como la Guapísima por su extraordinaria belleza, aún no ha
cumplido los veinticinco años cuando enviuda de Aben Ahmad al-Fiqui, un musulmán con el que
su padre la casó por conveniencia. Tras su muerte, Judit, de origen judío, decide buscar nuevo
marido, pero es rechazada tanto por musulmanes como por judíos debido a la situación extrema
que se vive en Mérida,una ciudad donde imperan las revueltas y las rencillas y donde todos se
toleran pero se temen. La calma tensa que preside la relación entre árabes, beréberes, muladíes,
judíos y cristianos muy pronto se resquebrajará. La rivalidad y el miedo, además de la codicia de
los gobernantes y los feroces tributos anuales que deben rendir a Córdoba hará que se rebelen
contra el poder central de AbderramánII.
Unidos por su odio hacia el emir de Córdoba se aliarán para derrocar el poder detentado en
Mérida por el gobernador Marwán y liberarse de su yugo, pero Abderramán II mandará uno de
los mayores ejércitos jamás vistos para someter a sangre y fuego a la ciudad… «Destruiré aquella
Mérida orgullosa y rebelde. Iré allá y desharé sus murallas contumaces; ¡a cenizas y polvo las
reduciré! Solo habráallí desolación y piedras…»
En esta épica y colosal novela se entrecruzarán las vidas de personajes inolvidables como
Muhamad, el hijo de Marwán, que reparte su amor entre Judit, la Guapísima, y Adine, la prima de
Judit; el duc Claudio, máximo representante de los cristianos, o el emir Abderramán II, un
monarca culto y refinado a la par que cruel y vengativo.

Jesús Sánchez Adalid

Alcazaba

A misobrino Álvaro, que nació cuando concluía esta novela y que, por esas cosas de la vida,
será emeritense

«¡Ay de Mérida! La ciudad rebelde que yergue su arrogante cabeza contra el destino…»
(Tomado del Nafh al-Tib, de Al Maqqari)

«Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallasy baluartes: Abrid las puertas
para que entre un pueblo justo,que observa la lealtad; su ánimo está firme ymantiene la paz.»
(Isaías 26, 1-3)

1

Todos los parientes, amistades y buenos conocidos de Aben Ahmad al-Fiqui se reunieron en
su casa cuando se enteraron de que había muerto. Las mujeres hacían manifestación de duelo
con alaridos y alabanzas al difunto. Cada vez que una de ellas gritaba, enseguida era contestada
por las demás y se organizaba el llanto. Se agolpaban a la puerta de la alcoba, sinatreverse a
entrar, y contemplaban el cadáver derramando lágrimas y exhibiendo muecas de dolor.
—¡Mirad al desdichado! ¡Qué poca cosa es para los mortales, pero qué grande para la
misericordia de Allah!
—¡Grande es Dios! ¡Paz y misericordia para Aben Ahmad al-Fiqui! ¡Allah irhamo! (Dios sea
misericordioso) ¡Allah isalmek! (Dios otorgue la paz).
El muerto yacía de costado, encogido, de manera quelas rodillas se le juntaban con el
pecho. Tenía aún los ojos abiertos y una hilera de babas se le descolgaba desde el labio inferior
hacia la barba canosa y lacia. El cuerpo tan seco apenas abultaba bajo la sábana que lo cubría.
Junto al lecho solo estaba la viuda, la única de las mujeres que permanecía en silencio: Judit alFatine, conocida por todo el mundo en Mérida como la Guapísima, por subelleza
verdaderamente extraordinaria; aún no había cumplido los veinticinco años y era alta, de
hermosa piel trigueña, cabellos dorados, ojos color miel y un aspecto tan sano como el pedernal.
Incluso allí, junto a la penosa imagen del cadáver de su marido, admiraba verla, vestida con una
sencilla juba de lino crudo y un velo color canela.
Sería por esta presencia deslumbrante de Judit y porque atraíatodo tipo de miradas por lo
que el anciano Ferján, tío del difunto, se acercó a ella y le dijo entre dientes:
—Anda, mujer, sal de la alcoba y ve a recogerte, que los hombres debemos ocuparnos del
cuerpo.
Ella, obediente, se puso en pie y salió exhibiendo la amenidad plena de su esbelto talle, la
delicadeza de su caminar y una expresión pálida y ausente en el preciosísimo rostro. Hombres y...
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