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«Demonios Belial, Croucher, Dragonidae, Drevak, Dusien, Iblis, Kurl, Moloch, Oni, Rahab, Raum, Scorpior… ―repetía en mi mente, ayudándomecon la ayuda de los dedos para contarlos, memorizando― Mierda. ¿Cuáles me faltan?»
La casa era todo silencio. El único ruido que se escuchaba era Magnus masticando los tales palitos cubiertos dechocolate.
«La Dama de Edom es una mujer demonio hermosa, que tiene los cabellos brillantes y los ojos huecos de donde salen tentáculos negros. Un mujer demonio hermosa. Una mujer demonio hermosa. Unamujer demonio hermosa. Con cabellos brillantes, y tentáculos negros en los ojos ―repetía una y otra vez en mi interior―. La Dama de… de…»
―Crunch, crunch, crunch ―interrumpió mis pensamientos. Elsonido que hacía Magnus al comer me molestaba. Me molestaba porque me hacía mirarle disimuladamente y olvidarme completamente de lo que estaba estudiando.
Me levanté sin hacer ningún ruido hasta llegar aél. Allí le acaricié el pelo, hoy lo tenía al natural ―lo cual era extraño, estaba más tranquilo que de costumbre y no llevaba colores brillantes por ningún sitio― así no tenía que preocuparme deninguna purpurina. El Gran brujo levantó la mirada hacia a mí, con un Mikado en la boca. Me agaché y introducí el lado contrario en la mía, dando pequeños pero rápidos mordiscos para comérmelo para poderescucharle emitir un sonidito de protesta. Pero en cambio de eso, de repente él también empezó a morder, hasta que nuestros labios se encontraron muy cerca y mis mejillas se colorearon de rojo en...
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