Jitanjáfora, Qué?

jitanjáfora qué...

1. Orígenes

Tal como lo muestra Alfonso Reyes en sus interlocuciones consigo mismo —con el Ángel de la Guarda de su conciencia y el démon de l´analogie de su incontinencia—, las creaturas verbales denominadas jitanjáforas*, cuya proveniencia se infiere ligada al «ímpetus léxico de Adán», han dejado su aparente inútil trayectoria de pólvora para fuegos fatuos paralela alintrincado devenir humano.

Entre las ideas fijas, pulsiones y rebeliones sistemáticas que caracterizan la parte intranquila e irredenta de la especie humana, son ubicables partículas sensitivas, «impulsos rítmicos», «ruidos y pausas necesarias», ingredientes del ser que atañen a la imaginación y son, a la vez, gérmenes motivadores del lenguaje (la articulación de sonidos, la graduaciónsemántica de los vocablos, la verbalización y sus representaciones). Esto es, de la comunicación, los signos y los significados.

Pero al ámbito de lo significante lo circundan éstos, otros y muchos entornos más que en su conjugación lo hacen posible y, como también es consabido, sus márgenes abismales y deslinderos nos desafían hacia lo imposible. Es cierto —dentro de las convenciones legendarias de lotradicional— que el recurdo insistente de los días del Edén adámico (perdido por la Falta Original y la carencia de una cultura ecológica de nuestros ancestros mediatos e inmediatos), nos impele a la inquietud por la revuelta que ha dado origen a las metafísicas y patafísicas de la revolución y la utopía. Pero también es cierto que a las concepciones categóricas de los místico, lo ético y lopolítico —derivadas de la revuelta por la unidad invocada— les han correspondido las otras instancias de lo mítico, lo lúdico y lo poético: las tres dimensiones simultáneas en las que surgen y se desenvuelven, para regocijo y malestar del mundo, las jitanjáforas.

En realidad, como acontece con las cosas del lenguaje y los mitos —que son lo mismo—, no es posible afirma: «las jitanjáforas han sido oson esto y lo otro...» sin recalcar el alto grado de arbitrariedad que conllevan las definiciones dentro del universo poético-verbal. Al respecto, lo que se propuso Don Alfonso Reyes y logró precisar, fue una taxonomía, una clasificación inaudita y exhaustiva de los diversos tipos de jitanjáforas existentes que, destiladas a través de su alambique memorioso y más acá de la tentación definitoriaconceptual, se permitió autopropinarse y otorgarnos a los lectores, dejándose fluir en un intenso caudal de divertimientos, revelaciones y juegos verbales peligrosos, sin los cuales —por otro lado— no tendrían sentido (del humor, «una de las mayores armas de la poesía», afirma Octavio Paz) el abstraído quehacer alquímico del verbo, la fatigosa erudición y la práctica filosofal, tan proclives,ineludiblemente, a la yerta petrificación.

Por ahora nos hemos propuesto efectuar un primer acercamiento al fenómeno de las dichosas jitanjáforas. Mas al tratar de asirlas por las orejas, atraparlas mediante conjuros, ruidos o frases convocantes, caemos en la cuenta que con la sola intención de atraerlas, las onomatopeyas, el sisear el rasgar del lápiz o el teclear de las letras engendra, somatiza,encarna en nuevas jitanjáforas. Todo cuanto es tocado por la voz o graficado por la tipografía, el ser humano —como el Midas del cuento— lo convierte inevitablemente en jitanjáfora. Pero en la naturaleza excesiva, como la propia palabra: en la inconmensurabilidad gestadora de los sujetos parlantes y escribientes —rizomas irrefrenables— también se manifiestan creaturas pánicas, «giñapos malditos deuna frase absurda» —que tanto obsesionaron a Mallarmé—, las palabras estigmatizadas por Jehová (menciona Don Alfonso) como «barcos vacíos, señalados con la recelosa bandera negra», los ripios que no engendran, «el enigma que no concibe aunque vive hinchado de nada».

El juego jitanjáforo con las palabras no se restringe a la destreza malabar, al artificio, ni al simple animus efectista...