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Páginas: 48 (11868 palabras) Publicado: 25 de noviembre de 2014
ara aquellos que ya no creen, para aquellos que han perdido la esperanza... Vallejo-Nágera recoge en su libro el testimonio «absolutamente real» de un converso.

De terrible criminal a místico benedictino. De drogadicto cruel a testigo del Evangelio. De esclavo de Satanás a siervo de Cristo.

Éste es el retrato a grandes rasgos de Albert Wensbourgh, un inglés cuya vida parece una películade ficción, pero que es tan auténtica como todos los expedientes médicos que acreditan su cordura. La escritora María Vallejo-Nágera recoge en su último libro, «Un mensajero en la noche» el testimonio asombroso de este místico del siglo XXI y describe, bajo el seudónimo de «Clara», punto por punto las entrevistas que mantuvieron.

«He asaltado a mano armada, he engañado, estafado, robado encasas privadas, almacenes y grandes fábricas. También he robado coches...». Por todos estos delitos, Albert Michael Wensbourgh fue condenado a 25 años en las peores prisiones de Inglaterra. Una vida marcada por la delincuencia, la droga, el alcohol, la violencia, la pornografía, los abusos sexuales que sufrió en su infancia y una familia rota en mil pedazos. Una vida de odio y sufrimiento.

Sinembargo, en la madrugada del 1 de enero de 1997, Albert Wensbourgh experimentó una vivencia increíble pero auténtica, según demuestran los informes médicos que certifican que no sólo no mentía, sino que era inteligente, cuerdo y equilibrado. Una experiencia mística que le hizo volver sus ojos a Dios y convertirse en monje benedictino dedicado por entero a una misión santa. Este relato, propio decualquier película de ciencia ficción aunque totalmente real, es el que recoge el último libro de María Vallejo-Nágera, «Un mensajero en la noche». Una obra escalofriante por su veracidad, capaz de remover la conciencia del lector más frío e insensible.

El texto intercala el estilo literario de la novela con la agilidad de la entrevista, y destapa, poco a poco, los secretos de una vidaapasionante.

EL OLOR DEL INFIERNO

Violado repetidas veces en su juventud, Albert Wensbourgh pronto se convirtió en un asiduo del crimen y de la extorsión. Marihuana, crack, alcohol, pornografía... cualquier tipo de vicio era válido si con eso podía afrontar la crueldad de su vida. Las visitas a los juzgados se sucedían, aunque no con la misma frecuencia que los delitos. Un intento de robo con arma defuego y rehenes incluidos fue la puntilla de su carrera criminal y el que movió a un juez inflexible e inmisericorde ¬y, a todas luces, justo¬ a condenarle a 25 años de prisión. De la sentencia sólo cumpliría 14, aunque en las cárceles más temidas de Inglaterra, encerrado junto a violadores, maníacos sexuales y asesinos, entre el «pestilente y familiar olor a cañería podrida y a heces malrecogidas, a esperma seco en las paredes y a alimañas putrefactas. El olor del infierno».

Las prisiones de Durham, Everthorpe o la celda número ocho del ala C de Wakefield, una cárcel altamente peligrosa, fueron su hogar durante más de una década, y en ellas se granjeó el respeto de los presos, primero infligiendo miedo y después sirviéndoles de consuelo y consejero espiritual.

Tal y como señalael libro, la noche del 1 de enero de 1997 vivió una experiencia que cambiaría su vida de forma radical y sorprendente. Albert Michael Wensbourgh fue visitado por «un ángel real». No una confusión fruto de las drogas ni una enajenación mental. Así consta en todos los informes clínicos que voluntariamente solicitó y que acreditan una total lucidez y sinceridad. «Me di cuenta de que algo sobrenaturaly fuera de mi entendimiento estaba produciéndose ante mis propios ojos. Me atemoricé terriblemente y recuerdo que, en mi miedo, me levanté de un brinco y corrí a acurrucarme en una esquina de mi celda, intentando protegerme la cabeza con ambas manos». Era una luz tan potente como para despertar a los presos de las celdas contiguas, entre las que se dibujaba la presencia física de una figura...
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