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Lo sueños son el santuario de la creatividad. Los sueños son el rostro más hermoso y los lugares más tétricos, las experiencias más excitantes, las palabras menoscomprensibles y el horrormás profundo. Nuestros sueños nos convencen de que bailar para evitar a los mosquitos sud-saharianos podría ser la mejor manera de lograr vender 30 barcos antes de fin de mespara viajar aHogwarts de vacaciones con Angelina Jolie. Los sueños hacen lógico lo ilógico. Los sueños pueden no ser sueños. La vida es sueño. Los sueños son acertijos extraordinarios, mismos quehanintentado ser resueltos una y otra vez, atribuyéndoles cualidades mágicas, o sólo como expresiones de anhelos imposibles. Según la mayoría de los versados, los sueños son una continuación denuestravida, fuera de la realidad.
Debo mencionar que este texto no es escrito por un profundo conocedor o un crítico certero, quizá ni asertivo o concordante en mayor parte con la teoríaque aborda elpsicoanálisis. En mayor parte, esto se debe a mi ignorancia o falta de observación detenida en axiomas y mecanismos que expone el modelo psicoanalítico. Por esto mismo no puedodescalificar tampoco laimportancia e influencia que aporta para el entendimiento de la vida intra-psíquica. Básicamente mi opinión es un eco más sobre lo que se sabe en el marco delpsicoanálisis de los que se piensa que sonlos sueños.
Para poder tratar de entender, por decirlo así, los sueños desde el psicoanálisis, debemos de conocer algunos conceptos de utilidad queentran en juego a la hora del sueño.
En elpsicoanálisis erigido por la construcción de Freud se utiliza, como uno de sus preceptos fundacionales, el concepto de la existencia de un aparatopsíquico constituido en principio por tres entes queinteractúan en el sujeto, determinando su personalidad e incluso la manera en que funciona en el mundo; el yo, el ello y el superyó.