Jorge Villamil Cordovez, El Artista

VILLAMIL: ARQUITECTO DE LA PALABRA, LA ARMONÍA Y LOS SENTIDOS Por Vicente Silva Vargas
Correo electrónico: vsilva@etb.net.co

El nombre de Jorge Augusto Villamil Cordovez se puede abordar desde diferentes ópticas, todas ellas fascinantes. Se podría hablar sin cesar de aquel folclorista que ayudó a perfilar ante el mundo la geografía humana del huilense, de ese protagonista de amores fugacescomo Espumas, del confidente al que buscaron fulanos y fulanas para compartirle una Llamarada pasional o también de un orfebre que supo trenzar dramas tan conmovedores como una Cruz sin nombre. Igualmente, se puede explorar su figura de cronista consumado, un rol cercano al de aquellos personajes de la Conquista y la Colonia llegados a las Américas para relatar cómo eran esos seres que vivían unmundo embriagador que no figuraba en ningún tratado. Villamil es heredero legítimo de Fray Pedro Simón, el de las Noticias historiales, y de Lucas Fernández de Piedrahíta, el autor de la Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada. Él es la reencarnación musical de José María Cordovez Moure, el inspirador de las Reminiscencias de Santafé y Bogotá, para más señas, pariente suyo,mordaz y deliciosamente chismoso como el maestro huilense. Sin mayor esfuerzo se pueden referir hechos verdaderos relatados con humor negro y suspicacia y que ratifican su enorme dimensión de cronista. Por ejemplo, El Embajador que «a muchas damas de Neiva las medidas les tomó»; El detenido «al realizar una buena acción»; El barbasco adormecedor utilizado por un gobernador para pescar; El pájaropitojuí parecido a ciertos convencionistas liberales; o El tigre de Zalamea que representa a un absurdo país en donde «no existen tigres sino conejos». A estas crónicas se suman otros cantos en los que universaliza su percepción sobre el entorno familiar, la vida pastoril o la dura realidad socio-política de su país. Estos tres elementos son relevantes en canciones emblemáticas: La vaquería, laexcepcional descripción de una faena agraria en el viejo Huila; Llegó el San Pedro, la emotiva evocación de los festejos de junio que él ayudó a crear y consolidar en los años 60, pero sobre todo, en El Barcino, el contagioso sanjuanero que en tres minutos recuerda la Violencia, menciona a la guerrilla, muestra al novillo como un desplazado, exalta la herencia taurina y relata la exuberancia de lasfiestas opitas. Villamil es huilensista 1A, y lo es no por la necesidad de acomodarse políticamente o por el esnobismo de hablar de huilensidad porque eso se estila ahora y así lo disponen los catálogos de la nueva educación. No. Él es huilensista por la muestra de amor filial a una tierra representada en un cancionero por el que desfilan poblaciones, regiones, paisajes, personajes y circunstancias deuna región estigmatizada desde los tiempos de La Gaitana, pero dignificada de manera extraordinaria por este juglar que en los días de mayor ferocidad partidista gritó proféticamente: «Porque quiero cantarte / ¡oh! tierra martirizada / tus campos tan apacibles / de antaño se han acabado». En el catálogo del Villamil que captó a Nietzsche cuando dijo que «sin música la vida sería un error», estábuena parte de «la tierra bonita» armonizada por el artista, 1

desde el Sur del Huila —Pitalito, donde nació su padre—, la pintoresca Laguna de Altamira y el pueblo de la muchacha Garzoneña, hasta la mitológica mole durmiente conocida como Matambo. De allí, sus arpegios viran al occidente para trasegar el Valle escondido de Tesalia y llegar al son de un vals sinfónico hasta los predios plateñosde San Sebastián. De regreso, con la simpleza de quien regala un bambuco como si fuera una flor, le canta a la Tierra yaguareña de «llanuras esmeraldinas» y remata en Llano Grande con el punzante sanjuanero recordatorio de que «sólo peleo con los de Garzón pues soy berriondo y muy liberal». La Zanquirrucia, La Cimarrona, La Yerbamora, La Trapichera, Sor Alegría, María Manuela y María Valbuena...